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“A veces nos sentimos solos”

Para los pueblos indígenas de Brasil, la lucha a veces puede ser solitaria, incluso después de cuatro años denunciando las políticas del presidente Bolsonaro como “violentas” y perjudiciales para el medioambiente. La mayoría de los brasileños nunca visitó la Amazonía. Manaos, capital del estado de Amazonas, está a 2.800 kilómetros de Rio de Janeiro. Es casi la misma distancia entre Rio y Santiago de Chile.

“Lo que nos preocupa mucho es que la visión de los brasileños sobre preservación ambiental (…) es muy superficial”, señala Dinamam Tuxá, coordinador ejecutivo de la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB). “A veces nos sentimos solos, que estamos luchando contra una fuerza muy poderosa, las grandes corporaciones que explotan nuestros territorios, y que la población brasileña no se involucra”.

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Ataques personales y desinformación

La deforestación anual promedio en la Amazonía brasileña durante el gobierno de Bolsonaro aumentó 75% comparada con la década anterior, según cifras oficiales. El izquierdista Lula da Silva, su rival en las presidenciales y que también lidió con ese problema durante sus dos gobiernos (2003-2010), se refirió en algunas ocasiones a la situación de la selva durante la campaña, especialmente en visitas a la región y en entrevistas con la prensa internacional.

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Pero en general el asunto ha estado muy ausente de una campaña marcada por la desinformación y una polarización extrema, con episodios de violencia política. “Se convirtió en una campaña política de ataques muy personales entre los dos candidatos. Tengo la impresión de que las personas hablan mucho más sobre ‘fake news’ que sobre la Amazonía”, afirma Karla Koehler, mientras toma el sol en Ipanema.

Para esta artista de 35 años, esta elección se trata básicamente sobre el “mantenimiento de los derechos democráticos básicos”. Los críticos de Bolsonaro lo ven como una amenaza a la democracia, luego de un gobierno marcado por más de 680.000 muertes durante la pandemia, ataques al sistema judicial y los medios, e insinuaciones de que no aceptaría una derrota en las urnas.

Por otro lado, Lula continúa con su imagen manchada por el escándalo de corrupción que lo llevó a prisión durante 18 meses, antes de que la condena fuera anulada por la corte suprema por irregularidades procesales. En el mayor país de América Latina, más de 33 millones de personas pasan hambre, 73% más que en 2020, según la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria. Unos 11 millones son analfabetos, según cifras oficiales.

Brasil también tiene uno de los índices de criminalidad más altos del mundo, con 47.503 asesinatos en 2021, aunque la cifra fue la menor en una década, según la ONG Foro Brasileño de Seguridad Pública. “El desafío es que las personas y los gobernantes entiendan que la agenda ambiental está directamente ligada a factores como el hambre, la falta de viviendas, la criminalidad o la crisis económica”, apuntó Marcio Astrini, del Observatorio del Clima, una coalición de grupos ambientalistas.

Fuente: AFP.

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