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La investigación sobre los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia Católica reveló este lunes que hay más de 4.800 víctimas de sacerdotes amparados por un silencio ahora roto por las denuncias y la elaboración de una lista de los abusadores en activo.

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La comisión independiente investigó durante un año los abusos y logró validar 512 testimonios de víctimas, aunque admitió que el «mínimo» supera las 4.815 y su coordinador, Pedro Strecht, reconoció que «no es posible cuantificar el total de crímenes», durante la presentación del informe final de su trabajo.

Del total de las denuncias recibidas, la comisión envió a la Justicia apenas 25 casos porque en su mayoría ya están prescritos, aunque preparan una lista con los abusadores todavía activos que, apuntan, podría estar terminada en las próximas semanas y que no será pública sino enviada a la Fiscalía.

El grueso de los abusos fueron cometidos entre los años 60 y 90, por eso la comisión -creada por la Conferencia Episcopal e integrada por seis miembros entre psicólogos, sociólogos, juristas y hasta una cineasta- pide una modificación de las leyes para ampliar a 30 años la prescripción de estos delitos.

El grueso de los abusos fueron cometidos entre los años 60 y 90.

La mayoría de las víctimas fue abusada más de una vez y alrededor de un tercio sufrió abusos durante al menos un año -en algunos casos hasta siete años-, concluye la investigación.

Cerca del 53 % son niños y comenzaron a sufrir abusos entre los 10 y 14 años, aunque la edad media apenas supera los once. La mayoría ronda hoy los 52 años y alrededor del 20 % está en los 40.

Muchas de las víctimas que revelaron los abusos a sus familias no fueron creídas o incluso fueron rechazadas.

Perfil del abusador

Las víctimas sufrieron violaciones y todo tipo de abusos: penetraciones, sexo anal, oral, tocamientos, masturbación, palabras ofensivas. La mayoría de los abusadores fueron hombres (96 %) y sacerdotes -alrededor del 77 %-.

Los abusos sucedían en seminarios, dependencias de las iglesias -incluidos altar y sacristía-, confesionarios, casas parroquiales, centros de acogida, escuelas o instituciones deportivas.

Por zonas, los delitos se registraron en todo el país, con especial incidencia en Lisboa, Oporto y Braga, y afectaron a víctimas de todas las clases sociales.

Fin de una noche de silencio

«Los testimonios son emocionalmente muy intensos» y deben servir para acabar con «una larga noche de silencio, vergüenza, miedo y culpa», reclamó Pedro Strecht, coordinador de la comisión.

La investigación confirma que Portugal no fue una excepción, y que la dimensión y violencia de los abusos en el seno de la Iglesia lusa es similar a la denunciada en países vecinos.

Varios países han publicado informes para arrojar luz sobre el fenómeno, entre ellos Francia, Irlanda, Alemania, Australia o Países Bajos.

Ante los miles de casos que han salido a la luz en todo el mundo y las acusaciones de encubrimiento, el pontífice prometió en 2019 erradicar los abusos sexuales a menores del clero en el seno de la iglesia.

Pese a que los expertos subrayaron la «voluntad» de colaboración de la cúpula católica por la apertura de archivos para documentar los abusos, la socióloga Ana Vasconcelos, miembro de la comisión, alertó contra «una actitud de banalidad del mal».

El Papa Francisco prometió en 2019 erradicar los abusos sexuales a menores del clero en el seno de la iglesia.

Las conclusiones de esta investigación se hacen públicas en Portugal cinco meses antes de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, prevista para el próximo agosto en Lisboa, donde se espera la visita del papa Francisco.

La Conferencia Episcopal, que ya ha recibido el informe, analizará la investigación en una asamblea extraordinaria el próximo 3 de marzo. En la abultada documentación, más de 500 páginas, se multiplican los testimonios de las víctimas.


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