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La Biblia, un documento escrito por Dios a través de manos humanas, tardó alrededor mil años en realizarse, según expertos en estos temas. Amy Welborn es una de estas eruditas, y que a través de su libro ‘El Código Da Vinci Descodificado´, expone que hubo un reto que ayudó a conformarla

Esta urgencia surge por la necesidad de definir los libros que usarían las iglesias cristianas en la liturgia y la enseñanza: “Como sucede tantas veces en la historia cristiana, el movimiento para definir los libros que fueron aceptados y usados por la Iglesia en el culto surgieron por una respuesta a un reto”.

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El documento citado refiere que esto sucede a mediados del segundo siglo, cuando surgen dos ideas, una que busca reducir y la otra aumentar el número de textos: “El primer desafío fue de un hombre llamado Marcion, hijo de un obispo, que por ciento lo excomulgó”.

El cual inició un movimiento en Roma; entre los argumentos que manejaba estaba la idea de un Dios diferente al del Antiguo Testamento, agregando que las escrituras válidas eran las 10 cartas de Pablo y una versión del Evangelio de Lucas.

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¿Qué es el gnosticismo y montanismo?

Además, el gnosticismo y montanismo representaban el otro desafío. El primer concepto es una doctrina filosófica y religiosa, que es una mezcla de creencias cristianas, judaicas y orientales, que se dividió en varias sectas y propugnaba tener un conocimiento intuitivo y misterioso de las cosas divinas; y el segundo, anunciaba el próximo fin del mundo y recomendaba un riguroso ascetismo, según la Real Academia Española.

Las dos provocaron que los líderes de las iglesias buscaran una definición sobre qué escritos validar, y en el centro de esta urgencia se encontraba la imagen de Jesús: “Las dos arrancaron al cristianismo de sus raíces judías, y el gnosticismo, en parte, despojó a Jesús de su humanidad”, imagen que es contraria a lo registrado en los evangelios canónicos.

“En respuesta a estos desafíos, los líderes cristianos comenzaron a definir con mayor claridad los libros apropiados para ser usados por las iglesias cristianas en la liturgia y en la enseñanza”, indica Welborn.

Pese a la necesidad de encontrar conformidad en los libros que integran actualmente La Biblia, entre los obispos de los primeros siglos del cristianismo había desacuerdos sobre los propios textos bíblicos: Algunos, particularmente de occidente, enseñaron que la Carta de los Hebreos no podía aceptarse, y que algunos de oriente no estaban seguros del Libro de las Revelaciones”

.Sin embargo, conforme el cristianismo se fue afianzando y la amenaza de persecución romana desapareció, los líderes religiosos lograron ponerse de acuerdo sobre qué textos avalar, así el 363 d.C confirmó varios siglos del uso y reflexión que la Iglesia hizo de libros canónicos que incluían todo lo que sabemos, excepto el libro de las Revelaciones. Para el 393, un concilio estableció el canon, incluido este documento.

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