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Saben qué queridos, en muchas ocasiones de la vida, se necesita ser frío, muy frío, tan frío como la situación lo amerite.

Se necesitan, por supuesto, equilibrar la razón, la lógica, pero también el corazón.

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A veces necesitamos sentirnos amados y, por eso, ponemos a los pies de otros nuestra mente, nuestro corazón, nuestro espíritu y estamos dispuestos a que otros nos pisen.

Hay vampiros emocionales, esta gente que todo el día está succionándote porque un día le abriste la puerta y ya no hallas como sacarlo de ahí.

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Sin duda es más fácil abrir la puerta para que alguien entre que para que alguien se vaya, es cierto, pero se necesita sacar el carácter, el temperamento.

A lo mejor te acostumbraste ya a perder, pero no siempre tienes que estar perdiendo en la vida.

Es por eso que se necesita mostrar la dentadura, los colmillos, levantar los puños porque la vida pega duro y con ganas.

Pero uno no puede estar siempre recibiendo los golpes o esquivándolos.

Uno tiene que vivir, a veces, a la ofensiva y no nada más a la defensiva; hay que pegarle unos cuantos cabezazos a la vida.

¿Por qué? Porque hay gente que cuando mira que te chupa un lado, va a estar dispuesto a succionarte todo lo que tú le permitas.

Y estos personajes, solamente huyen ante tu firmeza, porque cuando te ven débil y frágil, cuando les abres el corazón, de repente se quedan ahí hasta que te lo pudren.

Estas personas deben de verdad de saber que no siempre estás dispuesto a perder.

Hay que sacar el carácter, no puedes estar tocando fondo en tu vida y quedarte a vivir ahí.

Porque cuando alguien te ve frágil, cuando alguien te ve roto, llegan otros a romperte más; quieren un pedazo tuyo como si lo que se hubiera quebrado estuviera hecho para repartirse.

Así que hoy, querido, querida, estés pasando, lo que estés pasando: vuelve a rugir.

No, no, no te resignes ante la vida, no te resignes ante los dolores de la vida.

Hay un momento en donde uno tiene que salir de la maldita tristeza dando un portazo.

Respira, date una tregua, levántate, aunque estés quebrado, camina chueco… pero sonríe, aunque te veas herido, aunque estés lleno de heridas, no te las lamas, haz una oración firme y clara: Venga Dios, vuélveme a levantar, vuélveme a dar la fuerza por dentro y desde ahí, hacia arriba.

Se necesita frialdad de verdad, nadie llega a la cúspide siendo buena gente, pocas veces vas a ver a personas exitosas que le caen bien a todo el mundo, y no es un tema de agresividad, es un tema de firmeza, y la firmeza puede tener fragilidad, no debilidad.

Valiente las personas que dejan ir la ira, el enojo, la venganza, pero uno tiene que ponerse firme.

Tienes que martillarte y esto no significa que vas a ir a aplicar tu dolor y vomitárselo a otra persona en señal de venganza, tienes que dejarte de auto sabotear y tienes que dejar, de verdad, de permitir que otros vengan y se lleven lo que es tuyo.

Tienes que defender lo que es tuyo, las bendiciones que se te han otorgado son tuyas.

Ya tienes que dejar de perder, tienes que ir por las herramientas, vas a ir a una batalla preparado, te pones la armadura, el casco porque uno no llega ahí todo escuálido.

Tienes que ir por tu arma, por tu escopeta, por tu espada de doble filo, uno se tiene que llenar de la armadura de Dios.

Tienes que llegar lleno, no vacío, lleno del espíritu.

¿Y cómo uno se llena? ¡De rodillas! Lo que se apagó de pie se prende de rodillas.

Así que ve y conquista lo que es tuyo.

¿Va a haber gigantes? Sí, pero no les temas.

Lo que tumba al Goliat no es la piedra, es la fe. Es tu fe, pero tienes que creer que cuando la tires, ya nada depende de ti.

Así que túmbalos, levántate de nuevo y sonríele al miedo para que se confunda.

Cuando tú le sonríes al terror, del otro lado, el terror dice: “Pero que es esto, está loco, se está riendo y estoy diciendo que lo voy a matar.”

Y tú te ríes, porque sabes que el que está contigo no siente temor ante las amenazas de muerte.

 

Salgan de la depresión, ya suéltenla, suelten el miedo.

El miedo es un gran amigo de nosotros, así que negocien con él, negocia con el miedo: “Hasta aquí, ya te pagué la factura que te debía”.

Listo, desde cero, y caminas, aunque te estés consumiendo de miedo, das el paso.

Uno da el paso, aunque tenga mucho miedo, porque la incertidumbre es algo bueno para nosotros, suele sacar los grandes talentos que hay en ti.

A lo mejor tienes miedo de perder lo que has construido, tienes miedo a tomar las decisiones equivocadas.

¿Y si te equivocas qué?, ¿Ya no lo puedes volver a intentar?, ¿Ahí se acabó la vida?

No, uno tiene que llegar al final de la vida roto, hecho pedazos, de arriba abajo.

¿Quieres ser cantante, pintor, chef, astronauta, arquitecto o todo al mismo tiempo?

Tú puedes hacerlo, pero vas a tener que pagar el precio de hacerlo y, aparte, vas a tener que decidir a qué nivel lo quieres hacer.

¿Quieres ser bueno?, ¿Quieres ser excelente?, ¿Quieres ser el mejor del mundo?

Usted decide a qué nivel quiere llegar, porque cada nivel requiere un nuevo nivel de fe.

Levántate y ve por lo que quieres, porque eres inquebrantable.

La entrada Levántate – Daniel Habif se publicó primero en Reflexiones.

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