¿Qué precisión tienen los rastreadores de actividad física portátiles? Menos de lo que imaginas

¿Qué precisión tienen los rastreadores de actividad física portátiles? Menos de lo que imaginas
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Corey Gaskin

En 2010, Gary Wolf, entonces editor de la revista Wired, dio una charla TED en cannes llamado “el yo cuantificado”. Se trataba de lo que llamó la “nueva moda” entre los entusiastas de la tecnología. Estos primeros usuarios utilizaban dispositivos para monitorear todo, desde sus datos fisiológicos hasta su estado de ánimo e incluso la cantidad de pañales que usaban sus hijos.

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Wolf reconoció que estas personas eran excepciones (geeks de la tecnología fascinados por los datos), pero su comportamiento impregnó la cultura dominante.

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Desde relojes inteligentes que rastrean nuestros pasos y frecuencia cardíaca hasta pulseras de actividad física que registran los patrones de sueño y las calorías quemadas, estos dispositivos ahora son omnipresentes. Su popularidad es emblemática de una obsesión moderna por la cuantificación: la idea de que si algo no se registra, no cuenta.

Al menos la mitad de la gente en cualquier habitación probablemente esté usando un dispositivo, como un rastreador de actividad física, que cuantifica algún aspecto de sus vidas. Se están adoptando wearables en un ritmo que recuerda del auge de la telefonía móvil a finales de la década de 2000.

Sin embargo, el automovimiento cuantificado todavía enfrenta una pregunta importante: ¿pueden los wearables realmente medir lo que dicen?

Junto con mis colegas Maximus Baldwin, Alison Keogh, Brian Caulfield y Rob Argent, recientemente publicó una reseña exhaustiva (una revisión sistemática de revisiones sistemáticas) que examina la literatura científica sobre si los dispositivos portátiles de consumo pueden medir con precisión métricas como la frecuencia cardíaca, la capacidad aeróbica, el gasto de energía, el sueño y el recuento de pasos.

A nivel superficial, nuestros resultados fueron bastante positivos. Permitiendo cierto error, los dispositivos portátiles pueden medir la frecuencia cardíaca con una tasa de error de más o menos el 3 por ciento, dependiendo de factores como el tono de la piel, la intensidad del ejercicio y el tipo de actividad. También pueden medir con precisión la variabilidad de la frecuencia cardíaca y mostrar buena sensibilidad y especificidad para detectar arritmia, un problema con la frecuencia cardíaca de una persona.

Además, pueden estimar con precisión lo que se conoce como aptitud cardiorrespiratoria, que es la forma en que los sistemas circulatorio y respiratorio suministran oxígeno a los músculos durante la actividad física. Esto se puede cuantificar mediante algo llamado VO2Max, que es una medida de cuánto oxígeno utiliza su cuerpo durante el ejercicio.

La capacidad de los dispositivos portátiles para medir esto con precisión es mejor cuando estas predicciones se generan durante el ejercicio (en lugar de en reposo). En el ámbito de la actividad física, los wearables suelen subestimar el número de pasos en aproximadamente un 9%.

Esfuerzo desafiante

Sin embargo, las discrepancias fueron mayores en el gasto energético (el número de calorías que quemas al hacer ejercicio), con márgenes de error que oscilan entre el -21,27% y el 14,76%, según el dispositivo utilizado y la actividad realizada.

Los resultados no fueron mucho mejores para dormir. Los wearables tienden a sobreestimar el tiempo total de sueño y la eficiencia del sueño, normalmente en más del 10%. También tienden a subestimar la latencia de inicio del sueño (un retraso en conciliar el sueño) y la vigilia después del inicio del sueño. Los errores oscilaron entre el 12% y el 180%, en comparación con las mediciones estándar de oro utilizadas en los estudios del sueño, conocidas como polisomnografía.

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La conclusión es que, a pesar de las capacidades prometedoras de los dispositivos portátiles, consideramos que realizar y sintetizar investigaciones en este campo es un gran desafío. Un obstáculo que encontramos fueron las metodologías inconsistentes empleadas por diferentes grupos de investigación al validar un dispositivo determinado.

Esta falta de estandarización conduce a resultados contradictorios y dificulta sacar conclusiones definitivas sobre la precisión de un dispositivo. Un ejemplo clásico de nuestra investigación: un estudio puede evaluar la precisión de la frecuencia cardíaca durante el entrenamiento en intervalos de alta intensidad, mientras que otro se centra en actividades sedentarias, lo que genera discrepancias que no se pueden conciliar fácilmente.

Otras cuestiones incluyen los diferentes tamaños de muestra, la demografía de los participantes y las condiciones experimentales, todo lo cual añade capas de complejidad a la interpretación de nuestros hallazgos.

¿Qué significa esto para mí?

Quizás lo más importante es que el rápido ritmo al que se lanzan nuevos dispositivos portátiles exacerba estos problemas. Dado que la mayoría de las empresas siguen un ciclo de lanzamiento anual, a nosotros y a otros investigadores nos resulta difícil mantenernos al día. El cronograma para planificar un estudio, obtener la aprobación ética, reclutar y evaluar a los participantes, analizar los resultados y publicarlos a menudo puede exceder los 12 meses.

Para cuando se publique un estudio, el dispositivo bajo investigación probablemente ya estará obsoleto y será reemplazado por un modelo más nuevo con especificaciones y características de rendimiento potencialmente diferentes. Esto lo demuestra nuestro hallazgo de que menos del 5 por ciento de los dispositivos portátiles de consumo que se han publicado hasta la fecha han sido validados para la gama de señales fisiológicas que pretenden medir.

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¿Qué significan nuestros resultados para usted? A medida que las tecnologías portátiles continúan impregnando diversas facetas de la salud y el estilo de vida, es importante abordar las afirmaciones de los fabricantes con una saludable dosis de escepticismo. Las lagunas en la investigación, las metodologías inconsistentes y el rápido ritmo de lanzamiento de nuevos dispositivos resaltan la necesidad de un enfoque más formalizado y estandarizado para la validación de dispositivos.

El objetivo aquí sería fomentar sinergias de colaboración entre organismos de certificación formales, consorcios de investigación académica, personas influyentes en los medios populares y la industria para que podamos aumentar la profundidad y el alcance de la evaluación de la tecnología portátil.

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Ya se están realizando esfuerzos para establecer una red colaborativa que pueda fomentar un diálogo más rico y multifacético que resuene con un amplio espectro de partes interesadas, garantizando que los dispositivos portátiles no sean sólo dispositivos innovadores, sino herramientas confiables para la salud y el bienestar.La conversación

Cailbhe Dohertyprofesor asistente de la Facultad de Salud Pública, Fisioterapia y Ciencias del Deporte, Colegio Universitario de Dublín. Este artículo fue republicado desde La conversación bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.


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