Marcha masiva de mujeres contra políticas de género retrógradas.

Marcha masiva de mujeres contra políticas de género retrógradas.
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Desde 2015, Argentina conmemora cada 3 de junio el movimiento «Ni una menos». La marcha anual reúne a miles de personas en las calles para recordar a las víctimas de feminicidio y exigir justicia. A pesar de haber despertado una nueva ola feminista en el país, la concurrencia ha disminuido con el tiempo.

En la última manifestación, celebrada este año, se congregaron solo unos miles de personas frente al Congreso argentino. Las consignas principales estaban dirigidas contra el Gobierno de Javier Milei, que ha atacado abiertamente a los movimientos feministas y eliminado políticas de género de la Administración nacional. La protesta también denunció el aumento de los discursos de odio contra la diversidad sexual.

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A pesar de las movilizaciones, los feminicidios continúan, ocurriendo uno cada 35 horas en promedio. Recientemente se han registrado casos como el de Johana González, quien fue asesinada, desmembrada y arrojada a una laguna, o Talía Abigail Aragón, apuñalada y arrojada por un acantilado. La diputada Lilia Lemoine ha rechazado relacionar estos crímenes con el género.

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La marcha también ha recordado casos resonantes, como el de Chiara Páez o el triple asesinato de Pamela Cobbas, Roxana Figueroa y Andrea Amarante, quienes fueron quemadas vivas en un acto de odio. Las organizaciones exigen justicia y sostienen que el discurso de odio impulsa la violencia hacia la comunidad LGBTIQ+.

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A pesar de las demandas de justicia, el Gobierno de Milei niega que los crímenes sean motivados por odio de género. Portavoces presidenciales afirman que la violencia afecta a hombres y mujeres por igual. Sin embargo, las organizaciones insisten en que las políticas del Gobierno han fomentado la crueldad y el odio en la sociedad.

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La lucha contra el feminicidio es solo un aspecto de la desigualdad de género en Argentina, donde persisten disparidades en ámbitos como el cuidado de los hijos y los permisos de paternidad. A pesar de los avances, las diferencias siguen siendo significativas. El desafío ahora es lograr un cambio cultural que ponga fin a estas inequidades y que confronte la narrativa gubernamental que las niega.


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