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Hay infecciones que se vuelven muy difíciles o imposibles de tratar con consecuencias fatales.

La resistencia a los antibióticos ocurre cuando gérmenes como bacterias y hongos desarrollan la capacidad de derrotar a los medicamentos diseñados para aniquilarlos. Eso significa que los gérmenes no mueren y continúan creciendo. Por ende, las infecciones resistentes pueden ser difíciles y, a veces, imposibles de tratar.

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La resistencia a los antibióticos es una amenaza grave para la salud pública mundial. Aniquiló al menos a 1.27 millones de personas en todo el mundo y se asoció con casi 5 millones de decesos en 2019.

En los EE. UU., ocurren más de 2.8 millones de infecciones resistentes a los antibióticos cada año. Más de 35,000 personas fallecen como resultado.

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La resistencia a los antibióticos puede afectar a las personas en cualquier etapa de la vida, así como a la industria agropecuaria.

Las bacterias y los hongos no tienen que ser resistentes a todos los antibióticos o antimicóticos para ser peligrosos. La resistencia incluso a un antibiótico puede significar problemas graves.

Por ejemplo, las infecciones resistentes que requieren el uso de tratamientos de segunda y tercera línea pueden dañar a los pacientes al causar efectos secundarios graves. Desde insuficiencia orgánica hasta prolongar la atención y la recuperación, a veces durante meses.
Muchos avances médicos dependen de la capacidad de combatir las infecciones con antibióticos. Esto incluye reemplazos de articulaciones, trasplantes de órganos, terapias contra el cáncer y el tratamiento de enfermedades crónicas como la diabetes, el asma y la artritis reumatoide.

Si los antibióticos y antifúngicos pierden su eficacia, perdemos la capacidad de tratar infecciones y controlar estas amenazas para la salud pública.

Como reducir los riesgos.

La resistencia a los antibióticos no significa que nuestro cuerpo sea resistente a los antibióticos o antifúngicos. Significa que las bacterias u hongos no mueren y continúan creciendo. Nadie puede evitar por completo contraer una infección, pero hay medidas que se pueden tomar para reducir riesgos y detener la propagación de gérmenes.

1.- Mantener heridas limpias y cubiertas hasta que cicatricen, y tratarse bien las afecciones crónicas, como la diabetes o las enfermedades cardíacas.

2.- Tener un buen aseo de manos es una de las mejores maneras de prevenir infecciones, y evitar la propagación de gérmenes.

3.- Vacunarse es un paso importante para prevenir infecciones, incluyendo infecciones resistentes.

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