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La pieza se exponía en el MONA, el Museo de las Artes Invisibles, que alberga una variedad de obras de arte que simplemente no se pueden ver. Junto a cada pieza hay una tarjeta que explica lo que el artista imaginó para esa obra, aunque nunca hiciera nada en el lienzo en blanco.

Aimee Davidson compró uno de ellos por 10.000 dólares, el llamado «Fresh Air», que se describe como el más bello sabor del aire procedente de las cimas de las montañas o de los campos junto al océano.

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Se justificó diciendo que «como productora de nuevos medios de comunicación, me identifiqué con la ideología del proyecto y me inspiró especialmente la frase ‘Intercambiamos ideas y sueños como moneda de cambio en la Nueva Economía'».

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