Policiales
Presentan mejoras significativas en el Departamento de Identificaciones

Recientemente, se llevaron a cabo importantes avances en el Departamento de Identificaciones, gracias a la intervención del Ministerio del Interior. Durante una conferencia de prensa, el Ing. Rubén González destacó estas mejoras, junto con el Crio. Gral. Dtor. Rubén Oporto Sánchez, Director General del Instituto Superior de Educación Policial.
El evento fue respaldado por figuras destacadas de la Policía Nacional, incluyendo al Crio. Gral. Dtor. César Silguero Lobos, Director General de Investigación Criminal, y la Crio. Gral. Insp. Rossana Chávez, Directora de la Dirección Científica y Técnica. También asistió la Crio. Ppal. MCP. Dra. María Achucarro, Directora Interina de Comunicación Estratégica, y el Crio. Ppal. MCP. Sergio Insfrán Martínez, Jefe del Departamento de Identificaciones.
Durante la conferencia, se presentaron los principales progresos en la reorganización del departamento, evidenciando un enfoque renovado en la atención al ciudadano. Los asistentes pudieron observar cómo estas innovaciones están diseñadas para optimizar la funcionalidad del área.
Los cambios también incluyen esfuerzos para fortalecer los procedimientos técnicos y administrativos relacionados con la identificación de ciudadanos. Esto es esencial para asegurar un servicio más eficaz y rápido, garantizando una atención adecuada a la población.
El Ing. Rubén González enfatizó la importancia de servir y proteger a los ciudadanos, reflejando el compromiso de la Policía Nacional en su labor. ”¡Es un honor proteger y servir; es un orgullo ser Policía Nacional!”, fueron sus palabras motivadoras hacia el equipo presente.
Con estas mejoras, el Departamento de Identificaciones busca establecer un estándar más alto en el servicio público, asegurando que la comunidad cuente con procesos más ágiles y efectivos. Este enfoque integral promete tener un impacto positivo en la percepción ciudadana de la Policía Nacional.



Locales
Hallan cadáver con disparo en la cabeza en barrio General Genes
Pedro Juan Caballero. Un nuevo episodio de violencia sacudió la madrugada de este martes al barrio General Genes, donde vecinos reportaron el hallazgo del cuerpo sin vida de un hombre, tendido en plena vía pública.

Agentes de la Policía Nacional y representantes del Ministerio Público se constituyeron en el lugar para realizar el levantamiento del cuerpo e iniciar las diligencias investigativas. Según los primeros reportes, la víctima presentaba un disparo en la cabeza, lo que hace presumir que se trataría de una ejecución.
Hasta el momento, la identidad del fallecido no fue confirmada oficialmente.
Llamativamente, los vecinos del sector aseguraron no haber escuchado detonaciones, por lo que los intervinientes no descartan que el crimen haya ocurrido horas antes en el mismo sitio o que el cuerpo haya sido abandonado ya sin vida.
Las autoridades anunciaron que se revisarán las cámaras de seguridad instaladas en las inmediaciones para intentar identificar a los responsables del hecho. Este nuevo caso vuelve a reflejar la preocupación por la ola de violencia que persiste en la región fronteriza.

Frontera
Violento Ataque en Cerro Corá: Un Herido de Gravedad, un desaparecido y Dos Vehículos Incautados
Un violento ataque en Cerro Corá dejó a un hombre herido de gravedad y dos vehículos abandonados en la Ruta PY05. La víctima, cuñado del asesinado pastor Wilfrido Arce, recibió varios disparos. Una camioneta volcada y una pistola hallada cerca del lugar refuerzan la hipótesis de un crimen planificado. La investigación sigue abierta en medio del silencio de la Colonia Guavirá.

A las 01:20, una camioneta FIAT Strada blanca quedó varada a un costado del kilómetro 43. Las balas habían perforado la carrocería con precisión quirúrgica. En su interior, un hombre, Dilso Raúl Barboza, se debatía entre la vida y la muerte. Cinco impactos, todos en el costado izquierdo. No gritaba. Solo respiraba con dificultad, aferrado al volante como si aún pudiera conducir su destino hacia un lugar seguro.
Los primeros en llegar fueron campesinos que escucharon los tiros desde sus estancias. Lo sacaron de la camioneta ensangrentada y lo llevaron al Hospital Viva Vida, sin hacer preguntas. En el Paraguay rural, a veces el silencio es el único salvoconducto que asegura el regreso a casa.
Capítulo 1: El ausente
Cuando la policía llegó, lo primero que notaron fue la ausencia. Wilson René Arce Cáceres, compañero de Dilso, no estaba. Ningún rastro. Ninguna herida. Ninguna llamada a hospitales. Era como si nunca hubiese estado allí, y sin embargo, testigos decían que lo habían visto juntos horas antes, tomando tereré al costado de la ruta.
Pero la escena tenía más para contar.
A solo 400 metros del lugar del ataque, una Toyota Hilux también blanca, chapas adulteradas, volcó en medio de la cuneta. Dentro: nada. A 30 metros: una pistola calibre 9mm, abandonada como quien deja caer una carta demasiado reveladora en una partida peligrosa. El arma hablaba, pero aún no se sabía a quién acusaba.
Capítulo 2: Ecos del pasado
El agente fiscal Rodrigo Espínola, al llegar a la escena, supo inmediatamente que no se trataba de un ataque al azar. La camioneta Toyota estaba registrada a nombre de un Toyota Premio. El detalle no pasó desapercibido. “Alguien está cubriendo sus huellas”, murmuró mientras ordenaba la recolección de pruebas. Pero lo que más le inquietó fue el apellido de las víctimas: Arce.
Dilso era cuñado de Wilfrido Arce. Y Wilson, su hermano. Wilfrido, el pastor evangélico asesinado dos años atrás en circunstancias aún turbias, había dejado enemigos y secretos sin resolver. Espínola recordaba el caso: demasiado limpio para ser accidental, demasiado sucio para ser profesional.
Capítulo 3: Huellas de humo
El Departamento de Investigaciones rastrilló la zona por días. La pistola no estaba registrada. Los peritos descubrieron huellas parciales, pero sin correspondencias en la base de datos. El vehículo abandonado tenía restos de sangre que no coincidían con Dilso. ¿Había otro herido? ¿Wilson tal vez? ¿O uno de los atacantes?
Lo cierto es que nadie volvió a ver a Wilson. Ni con vida, ni sin ella.
Espínola sabía que este atentado era un eco. Una resonancia de algo que empezó mucho antes. Una cadena que se remonta al crimen del pastor. ¿Acaso alguien juró venganza? ¿O se trataba de un ajuste de cuentas oculto tras el ropaje de una fe que no alcanzó para protegerlos?
Capítulo 4: La ley del silencio
Cerro Corá no hablaba. Nadie escuchó, nadie vio. Las palabras se enredaban en mitos y temores. Pero la verdad empezaba a emerger como un cadáver en el fondo de un lago.
La camioneta FIAT, los impactos certeros, el vehículo volcado, el arma tirada. Todo apuntaba a un plan: seguimiento, ataque coordinado, fuga apresurada. Pero algo salió mal. Un error de cálculo. ¿La víctima respondió? ¿Hubo resistencia? ¿O solo el caos natural de una venganza improvisada?
Dilso Barboza, aún convaleciente, apenas balbuceaba nombres en el hospital. Uno de ellos era familiar para Espínola. Alguien vinculado a las investigaciones del pastor asesinado. Una conexión que, si era cierta, pondría en jaque a más de un nombre “intocable”.
Epílogo: Sombras sin rostro
Los atacantes aún no tienen nombre. La pistola sigue sin dueño. Y la ruta, cada madrugada, guarda silencio. Pero el fiscal sabe que en algún lugar, alguien tiembla. Porque la verdad, aunque llegue tarde, suele llegar armada.





En una reciente operación, la Policía Nacional de Paraguay logró aprehender a un hombre de 31 años, señalado como supuesta autoría de un hurto. Este incidente tuvo lugar en la ciudad capital, Asunción, donde se llevaron a cabo las diligencias pertinentes. Gracias al trabajo efectivo de la Comisaría 7ª Jurisdiccional, se pudo recuperar todos los objetos que habían sido sustraídos, asegurando así los bienes robados.
El aprehendido cuenta con antecedentes relacionados con hurto agravado y robo agravado, lo que pone en evidencia su implicación en actividades delictivas. Este tipo de acciones refuerza la necesidad de un monitoreo constante sobre individuos con un historial criminal significativo. La colaboración ciudadana y la vigilancia policial son cruciales en la disminución de delitos en nuestras comunidades.
La recuperación de los bienes hurtados es un paso vital que satisface no solo a las autoridades, sino también a las víctimas que han sido afectadas. En muchos casos, la pérdida de objetos de valor puede tener un impacto profundo en la vida de las personas, tanto económicamente como emocionalmente. Por esto, la pronta acción de la policía resulta esencial para mitigar los daños.
Los objetos recuperados y el arrestado están actualmente bajo la custodia de las autoridades competentes, quienes se encargarán de llevar a cabo las investigaciones necesarias para esclarecer completamente el caso. Este protocolo es fundamental para garantizar que la justicia se haga efectiva.
La Policía Nacional es reconocida por su compromiso y esfuerzo por proteger a la ciudadanía. «¡Es un honor proteger y servir; es un orgullo ser Policía Nacional!» es un lema que refleja su dedicación en la lucha contra la criminalidad en el país.
La colaboración de la comunidad y de los cuerpos de seguridad no solo refuerza la seguridad pública, sino que también promueve un ambiente de confianza. A medida que se llevan a cabo operativos de prevención, se espera que la tasa de delitos disminuya, mejorando así la calidad de vida de los ciudadanos en Asunción y otras localidades.

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