Negociaciones en el Parlamento francés reabren tras clausura de Juegos.
Tras la ceremonia de clausura del domingo (11), el presidente Emmanuel Macron debe ahora hacer frente a una crisis política que él mismo creó y que ocultó hasta el final de los Juegos.
Se acercan las negociaciones sobre empleos públicos y recortes presupuestarios, que seguramente serán seguidas por el enojo de los votantes.
“Ahora tenemos que despertar de este hermoso sueño”, dijo Christine Frant, de 64 años, en la zona de aficionados del Club France el pasado fin de semana. “Es una pena volver a la rutina de todos los días, sin gobierno, con peleas en el parlamento, mientras que aquí todo era alegría, compartir”.
En una apuesta política, Macron convocó elecciones legislativas anticipadas pocas semanas antes del inicio de los Juegos. Los votantes le entregaron un parlamento dividido.
Elegir un primer ministro que pueda apaciguar al campo centrista de Macron, a una alianza de izquierda y al partido de extrema derecha Agrupación Nacional ha resultado difícil.
El misterioso sabotaje a objetivos ferroviarios y de telecomunicaciones al inicio de los Juegos parecía un mal augurio, pero después el evento siguió adelante sin más problemas de seguridad.
Macron partió hacia su retiro presidencial en la Riviera Francesa, con algunas incursiones en París, incluido un largo abrazo con el titán del judo francés Teddy Riner después de ganar su cuarta medalla de oro en su carrera.
Mientras muchos en Francia han estado siguiendo las tribulaciones de los Lebrun, dos hermanos jugadores de ping-pong, o animando al famoso nadador Léon Marchand, los políticos han estado planeando una salida a la crisis.
Ahora, Macron tendrá que tomar una decisión, pero el lunes (12) no parecía tener prisa.
En una entrevista con el diario deportivo L'Equipe, no dio ninguna pista sobre quién o cuándo designaría a alguien, pero dijo: «Todos aquellos que no creyeron en los Juegos estaban equivocados».
Tiempo de decisión
Macron ha ignorado hasta ahora al candidato acordado por la alianza de izquierda, el Nuevo Frente Popular, que ganó las elecciones pero aún no ha hecho propuestas a otros partidos para asegurar una mayoría.
A pesar de los esfuerzos por mejorar su perfil, la candidata elegida, Lucie Castets, sigue siendo una desconocida política.
“¿Quién es?”, se pregunta Zahera Dakkar, de 41 años, después de ver la final de voleibol en el Club France. “Hace dos semanas que no sigo la política. Los Juegos fueron una forma de escapar de todo eso”.
Las esperanzas de Castets de que la izquierda se haga con Matignon, la residencia oficial del primer ministro, parecen escasas. Macron cree que el voto ha sido entregado a la Asamblea Nacional cuyo “centro de gravedad está en el centro o centroderecha”, según una fuente cercana a él.
«Necesitamos una personalidad que pueda hablarle al centro, a la derecha y a la izquierda. Desde la derecha con conciencia social hasta la izquierda defensora de la ley y el orden», dijo la fuente, que pidió no ser identificada al referirse a la decisión del presidente.
Bernard Cazeneuve, ex primer ministro del presidente socialista François Hollande que estaba en el cargo cuando se produjeron los ataques islamistas de 2015 en París, también podría ser candidato, dijo la fuente. Las oficinas de ambos hombres no respondieron a las solicitudes de comentarios.
Desafío fiscal
Quienquiera que Macron designe tendrá ante sí una difícil tarea, con la aprobación parlamentaria del presupuesto 2025 en lo más alto de la lista en un momento en que Francia está bajo presión de la Comisión Europea y los mercados de bonos para reducir su déficit.
El séquito de Macron está deseoso de utilizar los Juegos, organizados por un presidente centrista, un alcalde socialista y un líder regional conservador, como un ejemplo de lo que Francia puede hacer cuando diferentes partes se unen.
Sus rivales quieren asegurarse de que el presidente no reciba ningún crédito, dijo la senadora Laure Darcos a Reuters.
Aunque la suerte de Macron en el país sigue siendo sombría, los Juegos han reforzado su posición internacional.
En el Club Francia, donde las familias hacían fila para tomarse selfies con la antorcha olímpica o fotografiar simpáticas mascotas rojas, era difícil encontrar a alguien que quisiera hablar de política.
“¡Por favor, no!”, dijo Frant con una bandera francesa colgando de su cuello.
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