Criterios brasileños cambian dependiendo del aliado y oposición en poder.
Sant’Anna destacó la diferencia entre el discurso de Itamaraty y las prácticas y declaraciones del presidente Lula, destacando que las decisiones tomadas por el gobierno brasileño han favorecido consistentemente a líderes y gobiernos identificados como de izquierda, en detrimento de los considerados de derecha.
El analista citó un ejemplo histórico de 2003, cuando el entonces canciller Celso Amorim no apoyó al presidente electo democráticamente en Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, durante las protestas encabezadas por Evo Morales. Sant’Anna contrastó esta situación con la postura actual del gobierno de Lula hacia Venezuela, donde se apoya al régimen de Nicolás Maduro, pese a los cuestionamientos a la legitimidad de su elección.
“Los criterios para el derramamiento de sangre cambian dependiendo de si tu amigo está en el poder o si tu amigo está en la oposición”, dijo Sant’Anna, refiriéndose a la justificación utilizada por Brasil para no apoyar la represión de las manifestaciones populares.
Alineación con las autocracias
El analista también señaló que la política exterior brasileña se ha alineado cada vez más explícitamente con países considerados de izquierda, independientemente de que sean democracias o autocracias. Este posicionamiento, según Sant’Anna, adquiere una connotación más problemática en el actual contexto de polarización global entre regímenes democráticos y autocráticos.
Sant’Anna destacó la paradoja de esta situación, considerando la historia de Lula como un líder que enfrentó un intento de golpe militar y tiene una trayectoria de lucha por la democracia. Sin embargo, el tipo de izquierda que el gobierno brasileño apoya actualmente es descrito por el analista como “estatista, intervencionista, que tiene como característica definitoria ser antiamericana”, lo que, en el escenario político actual, termina convirtiéndose en una postura antidemocrática.