El 24 de septiembre del año pasado, el presidente Santiago Peña y la primera dama Leticia Ocampos anunciaron una significativa inversión en el Hospital Nacional de Itauguá tras detectar las pésimas condiciones del lugar. La inversión será de 150 millones de dólares, mientras los médicos aún buscan de cualquier forma conseguir jeringas, lo cual ha sido calificado como un «maquillaje mafioso» por el doctor Jesús Irrazábal, del sindicato de médicos del hospital. Según él, las mejoras se han enfocado solo en áreas sostenidas por la prensa y ya al borde del colapso, mientras otras, como el quirófano para mujeres, siguen sin arreglar.
Nuevos hospitales, como el proyectado en la Costanera de Asunción, enfrentarán problemas similares de falta de personal, tal como ocurrió con la apertura del Hospital de Coronel Oviedo, donde muchos médicos fueron trasladados y pocos reemplazos fueron encontrados. La ausencia de profesionales capacitados y los altos costos sin efectividad real en la atención sanitaria también son preocupaciones principales.
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Las autoridades del gobierno parecen desconectadas de la realidad sanitaria, ya que podrían realizar intervenciones económicas y eficaces sin necesidad de construir más hospitales. A pesar del esfuerzo por combatir el virus sincitial con vacunas, se adquirieron solamente 41,000 dosis para una población pediátrica de 100,000, limitando así la cobertura.
Recientemente, la ministra de Salud, María Teresa Barán, inauguró una sala en el Hospital de Itauguá sin reunirse con los médicos para discutir las necesidades del hospital. Actualmente, en Paraguay, los problemas de natalidad son serios, demandando reajustes salariales para el personal médico y una reestructuración urgente de personal para asegurar que las jubilaciones no se vean afectadas.
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