La juventud enfrenta numerosos retos en un país sin políticas públicas específicas para ellos. Alguna vez, fueron vistos como clave para el desarrollo por su bono demográfico, una oportunidad que ahora se desvanece. En este día dedicado a la juventud, es crucial reconocer su gran aporte y las limitadas oportunidades disponibles, especialmente en el interior del país.
Mientras más lejos de la capital, más evidente es la falta de apoyo estatal. La activista y fotógrafa Maroli Mailen Roas Ramírez (20) reflexionó sobre cómo los jóvenes, aunque fuera del alcance de las políticas estatales, continúan impulsando cambios en sus comunidades.
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“Desde niña entendí que como joven no solo soy parte del futuro, sino también del presente”, comentó. Maroli, del barrio Chaipé en Encarnación, estudia Lengua Inglesa y Diseño de Modas en dos universidades. Participa en organizaciones como Rotaract, Cruz Roja, y es también atleta.
Uno de los mayores desafíos, según ella, es la falta de empleo. “A pesar de ser estudiantes esforzados, nos cuesta conseguir trabajos dignos”, afirmó. Estudiar sigue siendo un privilegio y no un derecho universal. Las presiones, causadas por la falta de garantías y desigualdades, impactan la salud y desarrollo de los jóvenes.
La falta de oportunidades lleva a la migración, señaló. “Es esencial desarrollar políticas que atiendan las necesidades juveniles y abran nuevas oportunidades”.
Maroli afirmó que el Estado debe ser un actor clave para mejorar las condiciones juveniles: “Necesitamos una inversión real en educación, salud, y formación profesional. Necesitamos un Estado presente”.
A pesar de las limitaciones, los jóvenes perseveran contra la falta de oportunidades. Con su estilo rebelde, destacan en el activismo y solidaridad. Maroli enfatizó su creencia en el rol crucial de los jóvenes en la sociedad: “Creo firmemente que somos fundamentales en el presente, el motor del cambio”.
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