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Análisis de vídeo | Perros que ladran y muerden
Perros que ladran y muerden
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La periodista Diana Calderón analiza una semana convulsa, que muestra el poder devastador de las palabras pero deja esperanza en una institucionalidad que resiste
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La crisis de inestabilidad política que atraviesa Francia ha privado al mundo de una imagen tan simbólica como excepcional: la patronal protestando en la calle. Los empresarios estaban dispuestos a manifestarse en protesta contra el llamado impuesto Zucman, un nuevo impuesto que se ha colado en el debate presupuestario y que ya ha provocado las primeras fricciones entre izquierda y derecha. es un impuesto a los grandes patrimonios -más de 100 millones de euros- cuyo diseño se ha inspirado en la propuesta lanzada en 2024 por el reconocido economista francés Gabriel Zucman.
La movilización patronal fue cancelada por coincidir con los días en que el país asomaba al abismo de un vacío de gobierno, pero el asunto ha seguido discutiéndose en la Asamblea Nacional., donde los socialistas exigen que se grave la riqueza de los ricos como condición para mantener a flote al Gobierno. El episodio refleja un debate que se intensifica en Europa y que busca que los ultraricos contribuyan más a unos sistemas fiscales que, con mil agujeros y lagunas, parecen diseñados a su medida.
“Europa no puede construir un sistema fiscal sostenible si sus ciudadanos más ricos contribuyen menos, en términos relativos, que los trabajadores comunes y corrientes”, sostiene Giulia Varaschin, asesora política del Observatorio Fiscal de la UE, que dirige el propio Zucman. El impuesto, añade, aumentaría los ingresos en unos 20.000 millones de euros anuales sólo en Francia y «realinearía el sistema tributario con los fundamentos constitucionales y morales de que cada uno contribuye según sus posibilidades».
La respuesta viene de Cristina Enache, economista de la Tax Foundation Europe, que asegura que estas cifras reducen los salarios y la inversión y destruyen empleo, además de tener un impacto redistributivo «muy limitado» y generar fuga de capitales hacia jurisdicciones más laxas en términos fiscales.
Algo anda mal en el sistema tributario. Existe una profunda brecha entre el músculo económico y financiero de los multimillonarios y el peso real de sus impuestos en las arcas públicas. Un estudio de la Universidad de California en Berkeley, publicado recientemente por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER) de Estados Unidos, ha analizado con datos administrativos cómo pagan impuestos los 400 estadounidenses más ricos. En este trabajo académico vuelve a aparecer una firma muy conocida, la del propio Zucman. Y muestra datos tan reveladores como incómodos: la tasa efectiva media de estas grandes fortunas es del 23,8%, muy por debajo del 30% que soporta la población media, y del 45% que recae sobre los trabajadores más cualificados.
El documento señala que lo que está sucediendo en Estados Unidos no es una excepción, sino parte de una tendencia que puede extenderse a regiones como Europa. En Francia, Países Bajos, Suecia y Noruega, los ultrarricos (en el análisis examinaron a aquellos con más de mil millones de euros) apoyan tasas efectivas que a veces son inferiores al 20%.
El informe no ofrece cifras de España, que no destaca por ser una de las jurisdicciones con más multimillonarios -algo más de 30, de un universo de casi 2.800 en todo el mundo-. Sin embargo, los datos disponibles a nivel nacional reflejan un panorama similar. Varios estudios académicos de instituciones como Fedea o el Instituto de Estudios Fiscales muestran que el 1% más rico del país -que incluye a las muy grandes fortunas y a los ricos de menor magnitud- soporta una tasa efectiva promedio sobre el total de impuestos inferior a la de los segmentos más pobres de la población.
Por ello, el grupo de economistas encabezados por Zucman exige la implementación de una tasa para un colectivo que no para de crecer en número y riqueza acumulada, y que acumula ya el 13,5% del PIB mundial, según datos del Observatorio Fiscal de la UE. Si el impuesto a los ricos prosperara y estos pagaran al menos el 2% de su riqueza cada año -lo que en conjunto equivale a cerca de 14 billones de dólares-, los países tendrían unos 250 mil millones de dólares (unos 215 mil millones de euros) de ingresos adicionales.

Aunque con un impuesto efectivo muy inferior al 2%, España ya cuenta con el impuesto sobre el patrimonio -en las comunidades que lo tienen subsidiado opera el de las grandes fortunas-. En las elecciones noruegas celebradas en septiembre, el debate sobre los impuestos sobre la propiedad estuvo presente. El Reino Unido también mantiene sus debates y otros países, aprovechando las recientes discusiones en el seno del G-20, han puesto el tema sobre la mesa. En Francia han ido un poco más allá y los ecologistas y la coalición de izquierdas han aterrizado una propuesta que afectaría a casi 2.000 altos contribuyentes. Bernard Arnault, presidente del grupo de lujo LVMH, ha declarado que estas ideas son típicas de “militantes de extrema izquierda” deseosos de “destruir la economía liberal”. Para Varaschin, sin estas correcciones “resulta difícil pedir al resto de la sociedad que asuma cargas más pesadas mediante impuestos más altos y recortes de asistencia social”.
Recetas opuestas
El fenómeno de la baja tributación de los más ricos no responde tanto a prácticas de evasión o fraude como a la estructura que rige a todos estos países. El denominador común es que los impuestos están diseñados en torno al trabajo y a las formas tradicionales de obtención de ingresos, por lo que son menos eficaces a la hora de gravar la riqueza procedente de vehículos empresariales, financieros y de inversión (acciones, dividendos, intereses, plusvalías…), que son los que engordan las grandes fortunas. Cómo abordar esta situación –y si es apropiado hacerlo– es lo que divide a los expertos.
Algunos creen que es difícil precisar los activos sujetos al impuesto y que estos impuestos provocarían deslocalizaciones masivas, penalizando la inversión y, por tanto, el empleo. Otros sostienen que una respuesta coordinada entre varios países, junto con un diseño blindado y bien estructurado, puede capturar esa riqueza y ayudar a los gobiernos a reducir las desigualdades y sanear sus cuentas públicas.
Los esquemas por los que se rigen los sistemas tributarios, cree José María Durán, profesor de la Universidad de Barcelona e investigador del Instituto de Economía de Barcelona, son los que dificultan la aplicación efectiva de impuestos de este tipo. “El problema no es tanto la idea de gravar a los más ricos, sino cómo hacerlo sin crear distorsiones ni duplicidades”, apunta. Durán se muestra cauteloso ante el entusiasmo que genera el tasa de Zucman en determinados sectores políticos. “En impuestos los detalles son fundamentales”, recuerda. «Sabemos qué es la fiscalidad sobre el patrimonio, pero hay que especificar qué se grava y qué no, además de las exenciones previstas, como las que se aplican a las empresas familiares. Todo ello condiciona el efecto final del impuesto».
Durán insiste en aspectos como la valoración de los activos. “No es lo mismo una acción cotizada que una que no lo es, ni un inmueble nuevo versus uno antiguo, ni utilizar el precio de mercado u otro indicador”. El investigador señala también que la riqueza, a diferencia de los ingresos, “se grava con independencia de que en un año haya ganancias o pérdidas”, lo que puede resultar “muy distorsionante”. También plantea interrogantes sobre qué hacer con las empresas familiares y los activos repartidos en varios países. «Sin cooperación entre administraciones tributarias todo se irá. Los que más tienen también tienen más capacidad de deslocalizar», advierte.
El investigador destaca el pequeño grupo de millonarios -sobre todo americanos y europeos- que se han mostrado públicamente a favor del impuesto, pero cree que «son muy pocos» y que la mayoría de ellos tomaría la decisión de no pagar.

Hay quienes son más contundentes. Gregorio Ordóñez, director del Instituto de Estudios Económicos -centro de estudios de la patronal española- asegura que el impuesto sobre bienes inmuebles «es la figura que más distorsión genera en términos de actividad económica y deslocalización». Recuerda que muchos países europeos lo han ido eliminando a lo largo de los años “precisamente por eso”. Por un lado, dice, reduce el ahorro y la inversión al aumentar el costo del capital. Por otro lado, “los sistemas económicos modernos son interdependientes: si penalizas a algunos, terminas afectando a todos”.
En su opinión, es injusto incluir los activos productivos (las empresas) en este debate, pues el capital ya está gravado «directa e indirectamente, a través del IRPF, el impuesto de sociedades o los impuestos locales». Y añade que, si sólo unos pocos países aplicaran el impuesto, los demás se convertirían en polos de atracción de grandes fortunas. «La experiencia demuestra que gravar a estos perfiles no tiene efectos positivos. Se deslocalizan y se reducen los incentivos para seguir creando riqueza», concluye Ordóñez.
Enache también cree lo mismo: “Un impuesto al patrimonio reduce los salarios, destruye empleos y reduce los ingresos”. existencias de capital. Todos los grupos de ingresos se ven perjudicados debido a la menor actividad económica”. Además, añade, un acuerdo global o europeo «es muy improbable», ya que un número crítico de países tendrían que firmarlo, incluida Suiza, «lo que haría inviable esta propuesta».
Sin embargo, excluir los activos profesionales neutralizaría los efectos de la reforma, opina Varaschin. Estos representan alrededor del 90% de la riqueza de los multimillonarios, por lo que su exclusión abriría un “enorme vacío legal, fomentando la reclasificación de activos y reduciendo los ingresos potenciales hasta 40 veces”. El analista tampoco cree en los desincentivos resultantes para la actividad empresarial. De hecho, “un sistema tributario justo, junto con servicios públicos sólidos e inversión en investigación, proporciona una mejor base para la innovación que un entorno de bajos impuestos marcado por la inestabilidad”, concluye.
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Lotería Nacional: sorteo de cheques del sábado 25 de octubre | Sorteos: Loterías y ONCE
El día diez de este sábado 25 de octubre de 2025 está dedicado al Santuario de Loreto en Huesca, cuna de San Lorenzo, que este año celebra el 1800 aniversario de su natalicio. Se encuentra situada a tan sólo tres kilómetros al oeste de la ciudad de Huesca, y es uno de los enclaves más emblemáticos de la identidad y tradición laurentiana oscense.
El sorteo de Lotería Nacional de este sábado 25 de octubre se celebra en el Salón de Loterías y Apuestas del Estado, y se trata de uno de los juegos más populares de España, con una historia que se remonta al siglo XIX.
Los principales premios de la Lotería Nacional se reparten en un primer premio de 600.000 para la serie, en concreto, 60.000 euros para el cupón, y varios premios complementarios. Actualmente el sorteo es dentro del SELAE con el objetivo de ofrecer juegos seguros y responsables.
Resultados de la Lotería Nacional de hoy
Los números ganadores del sorteo de este jueves 23 de octubre fueron los siguientes:
- Primer premio: 69231.
- Accésit: 44094.
- Extracciones de cuatro cifras: 7983, 2559 y 5574, 5493.
- Extracciones de tres cifras: 343, 686, 853, 217, 644, 762, 426, 752, 019 y 826.
- Extracciones de dos dígitos: 81, 41, 80, 88, 28, 97, 21, 96 y 24.
- Reembolsos: 1, 7 y 9.
Todos los premios del Sorteo de la Lotería Nacional
Principales premios:
– Primer premio: 600.000 euros por serie (60.000 euros por décimo)
– Segundo premio: 120.000 euros por serie (12.000 euros el décimo)
Premios secundarios:
– 1º Premio anterior y posterior (10.000 euros por serie, 1.000 por décimo).
– 2º Premio anterior y posterior (5.540 euros por serie, 554 por décimo).
– Cuatro premios de 4 cifras (1.500 euros por serie, 150 por décimo).
– Siete extracciones de 3 dígitos (300 euros por serie, 30 por décimo).
– Nueve extracciones de 2 dígitos (120 euros por serie, 12 por décimo).
– 2 Reembolsos: 60 euros
Para poder probar suerte con la Lotería Nacional es necesario comprar un décimo, que sería la fracción mínima de un billete de lotería. Cada décimo tiene un número específico y debe coincidir con el número ganador para ser uno de los afortunados. Dependiendo de los números acertados y de las extracciones, el importe otorgado variará entre uno de los premios principales o secundarios.
¿Cómo puedes cobrar tu décimo?
Si tu décimo ganador es inferior a 3.000€, podrás recogerlo en cualquier punto de venta oficial. Para premios mayores, tendrás que acudir a alguno de los bancos colaboradores. Y si lo compraste online, el dinero se depositará directamente en tu cuenta.
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México evita una reforma tributaria con mayor lucha contra la evasión fiscal y la imposición de impuestos “saludables” | Economía
La gran reforma fiscal de México sigue en el cajón. Antes de pensar en crear más impuestos, el Gobierno de Claudia Sheinbaum optará en 2026 por aumentar impuestos específicos y una mayor fiscalización para incrementar los ingresos públicos por recaudación. La meta es ambiciosa: para el próximo año el gobierno federal busca recaudar más de 10 mil millones de pesos en ingresos, de los cuales más de la mitad, unos 5,8 mil millones de pesos, provendrán de impuestos. En medio de una desaceleración económica y con un aumento del gasto social en el horizonte, los expertos advierten que el margen de maniobra de esta Administración será cada vez más limitado.
Con una serie de reformas, el Tesoro mexicano pondrá en la mira el pago de impuestos por parte de empresas de refrescos, fabricantes de sueros orales, tabacaleras, plataformas digitales como Netflix, Uber, Tinder, así como empresas importadoras y exportadoras. La ley de ingresos de 2026, que ya fue aprobada en la Cámara de Diputados y ahora está en discusión en el Senado, prevé una batería de impuestos “saludables” a las bebidas saborizadas, el tabaco, los juegos de azar y los videojuegos violentos, así como una mayor carga fiscal a los extranjeros. Con estos impuestos sobre la mesa, la lucha contra la facturación falsa y una mayor vigilancia aduanera, Hacienda busca obtener más de 760.000 millones de pesos en 2026.
Al estilo del sexenio anterior, el gobierno federal estirará las costuras de la economía el próximo año antes de proponer una reforma fiscal fundamental que implica la creación de nuevos impuestos para abordar el desequilibrio entre los ingresos y los gastos públicos. A partir del próximo año, los refrescos y bebidas saborizadas pagarán un 87% más del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), equivalente a un cobro de 3.08 pesos por litro y, en el caso de los cigarrillos, la tasa del IEPS pasará del 160% al 200%. Las modificaciones aprobadas en la Cámara de Diputados también contemplan un aumento del 30% al 50% en los impuestos a los juegos con apuestas en casinos y sorteos online, así como el cobro de una tasa del 8% a todos los videojuegos con contenido violento.
La presidenta Sheinbaum calificó estos cambios al alza en los impuestos a ciertos productos como “actualizaciones”. La mandataria reconoció que el único aumento que puede afectar a los ciudadanos es el aumento de impuestos a los refrescos, pero aclaró que con esta medida se busca reducir el consumo de estas bebidas. “En lugar de comprar 30 latas de refresco en un mes, compra 29. Te ayudará a tu salud y no pagarás más impuestos por los refrescos”, declaró en su habitual conferencia de prensa en Palacio Nacional. A contracorriente, expertos y pequeños comerciantes han advertido que lejos de inhibir el consumo de estos productos, la medida no es más que un ingreso fiscal y afectará de lleno al bolsillo de las familias.
Más allá del aumento del IEPS de varios productos, el paquete económico de este Gobierno incluye otras medidas para incrementar los ingresos públicos. La estrategia también aumenta la tasa de retención del capital invertido en el sistema financiero del 0,5% al 0,9%. La Cámara de Diputados también aprobó aumentos de más del 100% en los precios de los documentos migratorios para extranjeros y aumentos similares en las entradas a algunos museos. También se contemplan cambios para el sistema financiero en materia de deducibilidad de los aportes al IPAB, así como de insolvencias y, finalmente, se ha prometido intensificar la lucha contra el uso de comprobantes tributarios falsos.
Raymundo Tenorio, profesor emérito del TEC de Monterrey, explica que la meta recaudatoria de Hacienda depende mucho, como siempre, de los impuestos habituales como el ISR, el IVA y posponen la discusión de fondo de una reforma tributaria por el costo político que implica proponer algo como esto. De esta forma, el Gobierno buscará otras alternativas antes de tramar la creación de más impuestos. «Esta meta de recaudación de 5,8 billones de pesos es optimista, sobre todo si se considera que la actividad económica en 2026 no llegará a más del 1,5%. Hacienda está sobreestimando la eficiencia recaudatoria en la resolución de conflictos, persiguiendo a los facturadores, lo cual es conforme a derecho, pero me parece que son demasiado optimistas dado el crecimiento esperado de la actividad económica para el muy mediocre próximo año», señala.
El equilibrio de las finanzas públicas depende de la eficacia quirúrgica de esta apuesta fiscal. En 2024, México cerró con el mayor déficit fiscal de los últimos 30 años, equivalente a 5.7% del PIB. Este Gobierno enfrenta el desafío de reducir el desequilibrio entre ingresos y gastos, pero la tarea no es pequeña dado el compromiso millonario en gasto social, vía becas, programas sociales y pensiones, y el lento dinamismo de la actividad económica, cuyo consenso de analistas apunta a un crecimiento inferior al 1% para 2025.
La agencia Moody’s publicó en un informe reciente que el Gobierno enfrenta crecientes presiones fiscales debido al aumento del gasto corriente y de los programas sociales, junto con una mayor carga de deuda en un entorno de altas tasas de interés. «Un gobierno que enfrenta un desequilibrio fiscal creciente aumenta el riesgo de perder confianza y genera dudas sobre su capacidad para cumplir con sus obligaciones de deuda, lo que a su vez hace que los compradores de bonos exijan una prima de riesgo más alta. Por lo tanto, un fuerte compromiso con la consolidación fiscal es una condición necesaria para reducir la vulnerabilidad de la economía», dice.
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