Internacionales
El salvadoreño Kilmar Abrego García puede continuar en los Estados Unidos al menos hasta octubre | Inmigración en los Estados Unidos
Kilmar Abrego García, el inmigrante salvadoreño se convirtió en un símbolo de los excesos de la dura política de expulsión de Donald Trump, puede permanecer en los Estados Unidos al menos hasta octubre. La jueza Paula Xinis, a cargo de su caso, ha establecido una opinión para el 6 de ese mes en el que tiene la intención de declarar varias posiciones de la administración republicana.
Abrego, liberado el viernes pasado de una prisión de Tennessee, había sido arrestado el lunes por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, según su acrónimo en inglés), cuando fue a una citación para abordar su caso en los tribunales de inmigración en Baltimore, en el estado de Maryland. Su abogado, Simon Sandoval-Moshenberg, había denunciado que las autoridades estadounidenses tenían la intención de expulsar a Abrego, de 30 años. Según el abogado, El Salvadoran podría terminar en Costa Rica, donde tendría el estatus de refugiado, si acordaba declararse culpable de tráfico de personas. Para rechazar los cargos, sería enviado a Uganda, donde tenía miedo de ser arrestado y víctima de tortura.
Inmediatamente después del arresto, los abogados de Abrego presentaron un recurso de hábeas corpus para que no lo enviaran a ningún país antes de la celebración de un juicio en el que pudiera defenderse y, también, antes de determinar si la nación de recepción está dispuesta a aceptarlo.
El juez Xinis ya había impuesto una orden que prohibía a Abrego ser expulsado antes de la audiencia preliminar celebrada el miércoles.
Kilmar Abrego tenía una orden judicial que le prohibía ser deportado a El Salvador, donde podía ser expuesto a represalias, pero donde la administración Trump lo expulsó en marzo. El inmigrante era parte de un grupo de unas 300 personas, en su mayoría venezolanas, acusadas de pertenecer al tren Aragua y otras pandillas violentas. Todos ellos fueron expulsados bajo la ley de enemigos extranjeros, que datan del siglo XVIII y fueron concebidos por tiempos de guerra.
Un abogado del Departamento de Justicia luego reconoció que en la orden de expulsión de Abrego se había cometido un error, y un juez ordenó al gobierno que lo llevara de regreso a los Estados Unidos.
La administración Trump tardó meses en cumplir con esa decisión judicial, alegando que no podía reclamar al gobierno salvadoreño el regreso de uno de sus ciudadanos y que Abrego era un criminal peligroso: el Departamento de Justicia lo acusó por primera vez de pertenecer a una pandilla criminal, después de ser un abusador y, finalmente, de introducir inmigrantes irregulares en suelos estadounidenses.
Desde su regreso en junio, después de casi tres meses en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la enorme y temida prisión salvadora para miembros de pandillas criminales, Abrego había permanecido bajo custodia en una prisión en Tennessee por un presunto delito de tráfico de personas. Una posición que niega. Fue liberado el viernes, de conformidad con una orden judicial. El lunes, el ICE nuevamente detuvo su llegada a los tribunales para cumplir con la citación que había recibido.
Internacionales
Las tribulaciones de los ciclistas en tiempos de movilidad sostenible | Clima y Medio Ambiente
La Ley de Movilidad Sostenible acaba de ser aprobada in extremis en el Congreso (ya veremos qué pasa en el Senado). Su contenido es un conjunto de buenas y ambiciosas intenciones, pero parece un soufflé que, sin el compromiso político de las distintas administraciones, puede desinflarse y quedarse en inversiones millonarias de fondos europeos que no se traduzcan en un cambio decisivo en la movilidad, especialmente en la movilidad urbana.
Es un lugar común describir la jerarquía de la movilidad sostenible situando en lo más alto los medios de movilidad activa, es decir, el peatón y la bicicleta, y descendiendo hacia los medios de movilidad pasiva, es decir, aquellos que necesitan un motor para desplazarse, priorizando el transporte público frente al privado y, dentro de este, los que no son directamente contaminantes (eléctricos), frente a los contaminantes (combustión de hidrocarburos). No hay duda de que en los últimos años, aún sin una ley específica, se ha avanzado en intentar dar la vuelta a la jerarquía que situaba al automóvil como rey absoluto de la movilidad, monopolizando el tráfico y el diseño de las carreteras.
Hoy en día se ha ampliado la peatonalización de muchas calles, pero el tráfico rodado aún no se adapta al uso generalizado de la bicicleta, lo que se traduce no sólo en el mantenimiento de emisiones contaminantes y ruidosas, sino también en una continua movilidad insegura para peatones y ciclistas. A esta falta de valoración de la bicicleta como instrumento básico de la movilidad sostenible, se suma un desprecio por la bicicleta como factor económico relevante en la industria, el comercio, el turismo y la creación de empleo en España.
Es cierto que se han creado carriles bici, pero, salvo excepciones, su trazado es incoherente, sin una continuidad que dé sentido a la circulación ciclista y frecuentemente plagado de obstáculos fijos y móviles. Además, los carriles bici segregados de la calzada o del resto de carriles solucionan sólo una pequeña parte de la movilidad ciclista, porque esto sólo se consigue fomentando la inclusión segura de la bicicleta en la circulación rodada, y aquí es donde nos encontramos con la Dirección General de Tráfico (DGT).
Para la DGT, más allá de las buenas palabras, la bicicleta es un problema, no una solución. Su obsesión por obligar a los ciclistas a llevar casco, arrinconarlos hacia el lado derecho de la vía o dificultar el uso de los remolques es una clara señal de que ve la bicicleta como un obstáculo para la circulación de vehículos a motor.
La Mesa Española de la Bicicleta y otros organismos muy relevantes como ConBici llevan tiempo reclamando una nueva Ley de Circulación que se alinee con el nuevo paradigma de movilidad y en este sentido solicitando una reforma integral del Reglamento General de Circulación. En la última década hemos presentado a la DGT propuestas concretas, razonables y razonadas, justificando la necesidad de cambios normativos. Poco a poco se han aprobado medidas que benefician, aunque sea de forma indirecta, a los ciclistas, como limitar la velocidad máxima en vías de un solo carril a 30 km/h.
Es evidente que el ciclista, al igual que el peatón, es un usuario de la vía vulnerable en comparación con los automóviles, pero debería ser igualmente evidente que lo que los hace más vulnerables es sobre todo una regulación que todavía está diseñada para acelerar el tráfico de vehículos a motor y no para promover y priorizar la movilidad sostenible. No hace falta inventar nada, basta mirar a Europa y aprender de los países que han comprendido las ventajas de la protección y prioridad de los ciclistas en el tráfico urbano, pero también en el medio ambiente, la salud y la economía del país.
Es incomprensible la apatía de la DGT por adaptarse a los nuevos tiempos. Parece el día de la marmota. La Mesa Española de la Bicicleta y ConBici han asistido a numerosas reuniones con la DGT y su Director siempre sale de la madriguera para anunciar que el invierno durará seis meses más. Intentaremos reunirnos con el Ministro del Interior para saber si hay alguna esperanza de que llegue la primavera.
Internacionales
Último minuto del huracán ‘Melissa’, en vivo | El huracán continúa fortaleciéndose antes de tocar tierra en Jamaica, con vientos de hasta 295 kilómetros por hora | Internacional
Claves | ¿Cómo se miden los huracanes?
el huracan ToronjilLa categoría cinco (la más alta) en la escala de vientos Saffir-Simpson, avanza actualmente hacia Jamaica. Se espera que en las próximas horas toque tierra la que ya es la tormenta más grande del mundo en lo que va de año, pero ¿cómo se clasifican los huracanes?
– ¿Qué es la escala de viento de Saffir-Simpson?
Esta escala divide a los huracanes según la velocidad de sus vientos, la 1 al 5. El sistema de medición se utiliza para determinar el posible nivel de impacto de un huracán.
Los daños medidos por esta escala aumentan en un factor de cuatro con cada incremento de categoría, y clasifica las velocidades máximas sostenidas del viento. Este sistema de medición no incluye peligros relacionados, como marejadas ciclónicas o inundaciones por lluvia.
Todos los huracanes representan una amenaza para la vida, pero los de categoría 3 o superior se consideran huracanes importantes.
– ¿Cuáles son las divisiones?
Categoría 1: 119-153 kilómetros por hora, vientos muy peligrosos que provocarán algunos daños.
Categoría 2: 154-177 kilómetros por hora, vientos extremadamente peligrosos que causarán grandes daños.
Categoría 3: 178-208 kilómetros por hora, se producirán daños devastadores.
Categoría 4: 209-251 kilómetros por hora, se producirán daños catastróficos.
Categoría 5: 252 kilómetros por hora o más, es el tipo más mortífero.
– ¿Qué tan rápida es ‘Melissa’?
Se han registrado ráfagas de hasta 300 kilómetros por hora, lo que sitúa al huracán en lo más alto de la escala Saffir-Simpson. Como referencia, el huracán katrinaque devastó Nueva Orleans (EE.UU.) en 2005 y dejó casi 1.400 muertos, era de categoría 4. En 2017, el huracán Ofelia, de categoría 3 fue el más potente en acercarse a Europa, contribuyó a alimentar los incendios en Asturias y Galicia ese año.
Internacionales
Mujeres solicitantes de asilo cuentan al Congreso las trabas administrativas que han puesto en peligro su supervivencia en España | España
Tres mujeres ilustraron este lunes en el Congreso con sus propias desventuras las dificultades para acceder al asilo en España, las citas que no llegan y los trámites que se prolongan poniendo en peligro vidas cogidas con alfileres. María Galiego Calate, quien llegó desde Guatemala en 2019, bajó la voz para contar el día en que ella y sus hijos ya no tenían qué comer. En España la sorprendió la pandemia y se fue a trabajar a la zona más peligrosa de contagio, una residencia de ancianos, pero una denegación de asilo la dejó sin trabajo. Hoy está a punto de recibir su DNI, pero todavía no sonríe para nada, porque le falta el DNI de sus hijos, quienes en estos años cumplieron la mayoría de edad y ya no cuentan con el amparo de la madre para este trámite. «No queremos ayuda, queremos trabajar y pagar impuestos», afirma.
Galiego Calate perdió a su padre en el genocidio guatemalteco que comenzó en 1960 y duró 36 años. Su madre, Ana Calate, fue pionera en la larga búsqueda de los desaparecidos y obtuvo una dura sentencia contra su país en tribunales internacionales por excesos militares. Ese triunfo ha perseguido a la familia desde entonces. Pero no es sólo la violencia política, sino también la que afecta a las mujeres en las dictaduras y que las obligan a abandonar sus países y buscar refugio en otros. También lo contaron la nicaragüense Nora Rugama y la cubana Marta Ramírez, todas ellas bajo el paraguas de la Asociación de Mujeres Guatemaltecas, que ha acompañado sus casos en la lucha con la Administración española.
Adilia de las Mercedes, jurista especializada en Derechos Humanos de la citada organización, presentó un informe titulado Sin citas no hay derechos para los diputados que quisieron venir a escucharlo. El documento recuerda que España es, después de Alemania, el país que más solicitudes de asilo recibe, llegando a 167.366 el año pasado, debido a las crisis políticas en la región latinoamericana y algunos conflictos armados en otros lugares. En 2024, a pesar del derecho internacional y los tratados firmados, España sólo concedió la protección solicitada en un 13% de los casos, mientras que en la Unión Europea la media fue del 51,4%, según el informe. En los tribunales quienes solicitan refugio tampoco corren mejor suerte: el año pasado un 4,5% de los casos se ganaron mediante litigio administrativo, lejos, de nuevo, de la media europea, que asciende al 27,1%.
Los dolorosos trámites y el incumplimiento de la ley, denunció De las Mercedes, derivan en situaciones asfixiantes para mujeres que ya habían sufrido experiencias denigrantes en sus países por su género que no son ajenas a ninguna dictadura, ni de derecha ni de izquierda, como lo han demostrado Nora Rugama y Marta Ramírez. El primero, nicaragüense, estuvo dedicado a la protección y terapia de mujeres que sobrevivieron a la violencia sexual en la infancia, un tema espinoso bajo el régimen dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La hija de Murillo, Zoilamérica, acusó a su padrastro de violarla. Ahora está exiliada en Costa Rica y el caso se cerró falsamente con la aquiescencia de la madre.
“Estaba estudiando en España y no sabía que era refugiado hasta que leí los estatutos internacionales y supe que tenía que pedir asilo porque cumplía el temor fundado antes mencionado de la posibilidad de ser perseguido”, dijo Rugama, de 40 años. Las mujeres que la acompañaron en su trabajo de derechos humanos en Nicaragua en la organización Aguas Bravas están sufriendo la misma persecución. Los obstáculos para obtener asilo le impidieron acceder a una vivienda y este lunes denunció el galimatías de las solicitudes: “Los nombramientos no deberían ser monopolio de las mafias”, afirmó. De las Mercedes también señaló que acompañar a la Administración en uno de estos casos «de complejidad media requiere entre 100 y 125 horas de trabajo», un tiempo del que muchos de ellos no disponen. También se esperaba en el Congreso la presencia de una mujer de El Salvador que no pudo asistir porque faltar al trabajo le habría causado mayores problemas.
Pero la sede parlamentaria sí contó con la presencia de la cubana Marta Ramírez, que ha sufrido los rigores de otra de las dictaduras que «traicionó los principios que inspiraron las revoluciones que las precedieron». Ramírez es periodista y activista por los derechos de las mujeres y «el feminismo es considerado en Cuba algo pequeño burgués e innecesario, porque se da por sentado que todos tienen derechos garantizados, pero allí ocurren feminicidios como en cualquier otro lugar», afirmó. Partió con su hija para hacer el viaje inverso que hacían sus abuelos, españoles exiliados de la Guerra Civil y el franquismo. Sus dificultades con el asilo le han provocado dificultades para acceder al sistema sanitario, que necesitaba su hija, que padecía complicados problemas de salud.
En alusión a esos exiliados de ida y vuelta que ejemplifica la experiencia de Ramírez, el abogado De las Mercedes señaló que “nadie está nunca a salvo de tener que abandonar su tierra” y que “no se puede argumentar escasez de recursos para no otorgarles el derecho de asilo al que tienen derecho estas personas, algunas de las cuales han pasado hasta 15 meses sin siquiera acceder a una cita para iniciar el proceso”. De las Mercedes reclamó en el Congreso «al que se llama el Gobierno más progresista del mundo» plazos razonables, no superiores a 15 días, para formalizar un nombramiento, que se implementen canales telemáticos y telefónicos para ello y que se tenga en cuenta el sexo y la formación de quienes entrevistan a estas mujeres, porque regularmente son revictimizadas. «Ahora echamos de menos esas colas de gente que hace años esperaban toda la noche para pedir asilo, al menos tenían una oportunidad al llegar la mañana. Hoy es más difícil», afirmó.

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