Niños y adolescentes en riesgo: abandono en las calles.

Niños y adolescentes en riesgo: abandono en las calles.
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Colombia enfrenta una epidemia de muertes en accidentes viales y, cada vez más, las autoridades ponen la lupa en uno de los grupos más vulnerables: los motociclistas. Entre 2009 y 2023 los motociclistas asesinados en las calles aumentaron un 144%, según datos del Observatorio Nacional de Seguridad Vial. Pero poco se habla del número de niños y adolescentes que también mueren a bordo de estos vehículos. En los últimos 15 años, 7.368 menores murieron en accidentes de tráfico y casi la mitad de ellos (3.153) conducían motos o hacían barbacoas.

Qué hay detrás de estos y otros números, recopilados por la Fundación Ciudad Humana en su estudio Menores y motos: víctimas invisibles. Es una verdadera tragedia para los niños y adolescentes del país. Ricardo Montezuma, director de la organización sin fines de lucro que, desde 2001, estudia temas urbanos y de movilidad, garantiza que en Colombia no se ha prestado suficiente atención a este fenómeno. “Lo más alarmante es la total insensibilidad de la sociedad y de los tomadores de decisiones que no abordaron el problema. Él sala de la motocicleta hizo todo lo posible para no hablar de los efectos negativos de este vehículo, sino de sus beneficios económicos y sociales”, dice Moctezuma.

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Que 7.368 menores murieran en accidentes de tráfico entre 2009 y 2023 es como si durante ese periodo se hubieran estrellado 33 aviones con menores de 18 años. En 2023, el año más reciente y más crítico con 536 muertes de menores, los accidentes de tráfico fueron la segunda causa de muerte violenta en menores, según datos de Medicina Legal, la institución que administra el sistema de ciencias forenses. Aunque las cifras globales son preocupantes, para los expertos resulta aún más delicado que este aumento de muertes esté impulsado por las motos, mientras que se reducen las muertes en otros tipos de movilidad. “Si no hubiera niños motociclistas fallecidos, habría una tendencia a la baja del 26% en las muertes de menores en el transporte desde 2018. La curva de muertes de motociclistas es tan alta que arrastra las cifras hacia abajo. Estamos perdiendo todo lo que se ha hecho bien para abordar las muertes infantiles en accidentes de motocicleta”, afirma Hernán Ortiz, coordinador de datos en Colombia de la Iniciativa Global de Seguridad Vial de Bloomberg. Esto sin contar los menores heridos, ni los costos que implica para la sociedad cuando sus jóvenes mueren en las calles y carreteras: la presión sobre el sistema de salud, los costos legales, la pérdida de productividad y las dificultades que enfrentan sus familias.

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Cuanto más se profundiza en los números relacionados con las motocicletas, peor se vuelve el panorama. Al contrario de lo que podría creerse, la mayoría de las víctimas mortales no son los niños más pequeños que se desempeñan como cocineros de barbacoa, a veces con exceso de capacidad. “Creímos que el problema eran los niños menores de 10 años que eran pasajeros. Pero el 87% de los fallecidos son niños y adolescentes de entre 11 y 17 años”, advierte Moctezuma. A los investigadores también les preocupa que el 56% de los menores que murieron entre 2009 y 2023 a bordo de una motocicleta (o 1.775 personas) fueran conductores. De ellos, 479 tenían entre 9 y 15 años, edad en la que aún no es posible obtener el permiso de conducir.

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La mayoría de los niños no mueren en los viajes hacia o desde la escuela. Los datos muestran que los fines de semana son los días más mortíferos. “Entre el sábado y el domingo se concentra el 43,7% de las víctimas. El momento en el que más personas mueren es durante la noche, concretamente entre las 18.00 y las 2.59 horas”, añade el estudio. “Aquí viene el agua fría”, dice Moctezuma, “lo más probable, aunque hay que comprobarlo, estas muertes están asociadas a actividades nocturnas: correr o espadas, una rueda [levantar la moto sobre la llanta trasera] y otras prácticas riesgosas”. El estudio, que incluyó entrevistas y grupos de trabajo con vecinos de 12 municipios, constató incluso que “algunos menores empiezan a aprender a conducir motos antes de los 10 años”.

Si bien hay departamentos donde la situación es crítica -Antioquia, Valle del Cauca, Huila, Santander o Cauca- la realidad es que es un problema extendido por todo el territorio, por lo que no es fácil intervenir. Moctezuma advierte que el uso de motocicletas por parte de menores varía según se trate de una zona rural o urbana, el tamaño del municipio e incluso las características de cada territorio. Por tanto, el estudio recomienda que, si se toman medidas, estas reflejen “contextos regionales específicos”. “El problema”, destaca el experto, “es que estamos haciendo leyes hacia y desde Bogotá, donde hay mayor poder adquisitivo y más posibilidad de control. Así que parte de nuestra tarea es mostrar la heterogeneidad del problema”.

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El año 2024, aparentemente, va por mejor camino que 2023, pero es un hecho que hay que tomar con cautela. Entre enero y agosto de 2023 murieron 354 menores. De ellos, 206 iban en motocicletas, según datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, organismo estatal que controla la materia. En el mismo periodo de este año fallecieron 285 menores, de los cuales 178 eran “motociclistas”. Aunque las cifras indican una reducción del 19% en las muertes, también muestran un mayor porcentaje de niños y jóvenes asesinados en motocicletas, pasando del 58% en 2023 al 62%. Es decir, puede que mueran menos personas, pero la letalidad de las motos respecto a otros medios de transporte sigue aumentando. La Iniciativa de Seguridad Vial de Bloomberg ve como algo positivo cualquier reducción, pero advierte de que es prudente esperar a las cifras definitivas del año y ver si la tendencia continúa.

Para la Fundación Ciudad Humana lo más urgente hoy es llenar los vacíos legales que dejan desprotegidos a los menores. Por ejemplo, consideran que la entrega del permiso de conducción de motocicleta, especialmente antes de los 18 años, debería tener un proceso especial “donde se ponga especial énfasis en los procesos y procedimientos de aprendizaje”. En el caso de quienes conducen menores de edad, Moctezuma sugiere que es necesario “crear una coalición entre los sistemas de protección de la niñez y la adolescencia”, que incluya instituciones como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y el Instituto de Infancia y Adolescencia. La policía y, sobre todo, “responsabiliza a los padres o cuidadores de facilitar el inicio temprano de sus hijos”. Asimismo, recomienda al Estado establecer normas detalladas y técnicas que indiquen cómo transportar a un menor como acompañante en una motocicleta, ya que el Código Nacional de Tránsito no especifica a partir de qué edad se puede transportar a un niño en una motocicleta ni qué elementos de seguridad deben utilizarse además del casco.

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La Iniciativa Bloomberg añade que es fundamental que todas las medidas que se adopten incluyan un enfoque especial en los municipios pequeños y las zonas rurales, donde se produjeron la mitad de las muertes. Además, resalta la importancia de que Colombia invierta en infraestructura y vehículos seguros. “La responsabilidad de un Estado es garantizar la vida de los niños en los espacios públicos. Un indicador de que los espacios urbanos, las carreteras y los caminos gozan de buena salud es que no mueren más pequeños allí”, añade el coordinador de datos de la organización.

Por ahora, un proyecto de ley presentado por varios parlamentarios de la bancada central intenta poner algo de orden. Propone la creación de un sistema de licencia gradual para nuevos conductores que consiste en aplicar restricciones temporales que se eliminan con el tiempo después de la autorización inicial. Esto les permitiría “fortalecer sus conocimientos y aumentar su experiencia sin poner en riesgo su integridad ni la de otros actores viales”, según el texto del proyecto, que esta semana pasó por su primer debate en la Comisión Sexta de la Cámara de Diputados. Es un sistema que se ha aplicado en países como Nueva Zelanda, Australia, Alemania y Estados Unidos. En el caso de las licencias de motocicletas, el proyecto crea una licencia de aprendizaje con una duración de dos años, con la cual no sería posible transportar asadores, circular por vías intraurbanas, exceder los 50 kilómetros por hora, hacerlo de noche (entre las 8 a.m. ). horas de la noche y cinco de la mañana), ni utilizar motocicletas de gran cilindrada. Estas limitaciones cesarían al final del plazo, cuando el conductor obtendría una licencia completa.

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