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«Lo compré antes de que Musk se volviera loco», o el riesgo de que los jefes hablen en las redes | Fortuna
Una frase simple en una pegatina es un buen ejemplo de Cómo la imagen pública de un gerente termina afectando a la marca. «Lo compré antes de que Musk se volviera loco». Es lo que se lee en algunos vehículos de Tesla, los autos que al principio se consideraban objetos de deseo para muchos, y que se asociaron con una mayor preocupación por el medio ambiente, pero al que ahora comienza desde la sociedad parece sospechosamente después de las controversias protagonizadas por el fundador de la compañía, Elon Musk. Desde su trabajo como asesor del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hasta su proximidad al partido alternativo neo -nazi para Alemania, por nombrar solo dos ejemplos.
«Musk Streeze y Tesla sufre», dice Facu Boggino, director creativo de FutureBrand, para ilustrar «la conversión de los CEO y presidentes en estrellas de rock o influenciadores«En los últimos años, y el riesgo de que esto sea. El experto en desarrollo de la marca mantiene que la tendencia a una mayor prominencia de este tipo de líderes empresariales hace que la línea parpadee entre su imagen personal y la de su empresa.
Irene Milián, fundadora de la Escuela Brandena y experta en marca personal, convocó en la última década la tendencia a tener un perfil más público en el caso de los CEO, directores ejecutivos y presidentes de las empresas. «Y especialmente después de la pandemia, cuando todos se dieron cuenta del escaparate que las redes sociales supusieron». Agrega que antes, estos líderes optaron por «el rollo de enigma, porque parecen más inalcanzables. Cuando se mostraron más poderosos y más blindados». Una posición que aún permanece en ciertas compañías de IBEX.
Milián también asocia la mayor exposición pública al público y el mercado solicita más transparencia a las empresas. «Un gerente que trabaja su marca personal genera más confianza y más credibilidad», dice. Sin embargo, esa mayor proyección tiene «una cara de BA que todavía teme al CEO: salir a dar explicaciones cuando algo no va bien en la empresa».
Por su parte, Juan Luis Polo, presidente y fundador de The Good Rebels Consulting, dice que «los directores superiores han tomado el toro por los cuernos y se han puesto a cargo de esa mini revolución de tener presencia en algunos canales, principalmente redes sociales, donde anteriormente se sintieron más vulnerables e incómodos».
En su opinión, esta estrategia implica el beneficio de que los mensajes que arrojan de sus cuentas personales tienen «más alcance y generan un mayor compromiso que los publicados en Corporate. «De la misma manera, destaca el impacto positivo que tiene en la comunicación interna». Varias compañías, tanto grandes como pequeñas, con las que trabajamos nos dicen que está más cerca del resto del equipo que se comunica a través de sus perfiles que lo que se hace con un hoja informativa«.
Espada de doble filo
Sin embargo, esta mayor visibilidad es una espada de doble filo, según Boggino. «Puede ser positivo si el CEO es muy claro sobre su papel y siempre busca beneficiar a la compañía sobre su propio ego o su propio éxito. Pero puede convertirse fácilmente en algo negativo», dice, haciendo referencia a Musk nuevamente. En su opinión, además, debemos «desconfiar de cuando un CEO publica todo el tiempo en las redes sociales o aparece en los podcasts. Si su obsesión principal es la construcción de su marca personal por encima de la administración de la compañía, es que algo está sucediendo. Puede ser que el negocio no vaya bien o que busque algún tipo de cambio profesional». Boggin argumenta que una marca personal poderosa puede ayudar a iniciar un negocio, pero eso solo funciona por un tiempo, si no hay una buena gestión que respalde a la empresa.
Al mejorar la imagen pública de un gerente alto, Juan Luis Polo aconseja que haya trabajado una estrategia, y mejor si se realiza en coordinación con el equipo de comunicación de la compañía. «Debe equilibrar los mensajes corporativos con cierto contenido personal, como pasatiempos o viajes». Y recomienda tener un mínimo de capacitación para comprender los códigos en los que cada red social se mueve y sabe cómo comportarse en ellos.
«A medida que publican espontáneamente, por impulsos de lo que sienten, pueden poner a la empresa en un problema, incluso influir en el mercado de una manera que perjudique las ventas». Y una vez más, la figura de Musk sale como un ejemplo de lo que no se debe hacer.
En el lado opuesto del fundador de Tesla está Marta Ortega, presidenta de Inditex, ejemplo, según Boggino, cómo se comunica casi sin hablar. No es sorprendente que solo haya dado tres entrevistas, El último en El país semanalCoincidiendo con el 50 aniversario de Zara, germen del grupo. «Cuidar los detalles, los eventos a los que asiste, cómo se viste y la imagen que transmite puede comunicarse mucho más que tener un perfil activo en las redes sociales». Ortega no se pronuncia, pero las estrellas en los titulares de la prensa cada vez que se ve una nueva prenda Inditex, muchas veces anticipando lo que los clientes pueden comprar en las tiendas gigantes textiles, creando así expectativas para las nuevas colecciones.

Pautas estratégicas
Si el presidente de Inditex, que tiene una cuenta en Instagram pero es privado, le gustaría mejorar su imagen personal en las redes, pueden servir las «pautas estratégicas» de Irene Milián para los gerentes. El primero es «cuidar las cosas en tiempo real. No tiene que hacer una declaración impulsiva sobre una decisión que acaba de tomar en la empresa. Es mejor dejar que el asunto madure». De la misma manera, el experto recuerda que los CEO o presidentes no están obligados a contar el negocio de día a día, porque «eso es un influencer y no lo son. Son cifras de gran influencia en su empresa, lo cual no es lo mismo».
El segundo patrón es dibujar una línea roja de lo que es privado, y elegir solo dos o tres temas específicos «más que la esfera personal que quieren compartir». Como por ejemplo, si corren maratones, son buenos para cocinar o les gusta viajar. «Y contrasta bien para cada perfil cuáles son las áreas en las que desea comunicarse para conectarse mejor con la audiencia de su empresa».
Tercero, más que una guía suena a la advertencia. «Ten cuidado a quién te unes». Milián sostiene que con la persona con la que ve, por ejemplo, hablar o cenar en ese gerente «transmitirá sus atributos, tanto lo bueno como lo malo. Lo que puede dañarlo o beneficiarlo».
Y finalmente, es importante aprender a contar historias, no hablar solo con datos y cifras. En su opinión, es esencial «poner la emocionalidad en la narración de lo que están viviendo». «Si desea decir que la compañía va a dar un gran salto en los siguientes meses, que pueden transmitir cómo viven desde adentro. Estará más cerca y hará que las personas vinculen a esa persona más fuerte».
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La justicia europea prohíbe la venta de ginebras sin alcohol con la etiqueta ‘gin’ | Economía
Las ginebras sin alcohol no pueden identificarse con la palabra “gin”. Así de claro se pronunció este jueves el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en una sentencia en la que dio la razón a una asociación alemana y prohibió la venta de bebidas no alcohólicas que lleven la etiqueta que hace referencia a dicha bebida destilada. La justicia europea recuerda que el reglamento sobre la definición, designación, presentación y etiquetado de bebidas espirituosas reserva esta denominación exclusivamente para la ginebra o ginebra.
El problema se remonta a octubre de 2023, cuando una asociación de lucha contra la competencia desleal demandó por publicidad engañosa a la empresa PB Vi Goods, que vende y promociona, entre otros productos, una bebida sin alcohol llamada Virgin Gin Alkoholfrei (gin virgen sin alcohol). A juicio de la organización alemana, el distribuidor viola la normativa europea, por lo que solicitó a la justicia alemana que ordene el cese de la venta de dicha bebida.
El asunto recayó en el Tribunal Regional de Potsdam, que decidió paralizar la tramitación del asunto y elevar una cuestión prejudicial a la máxima instancia judicial europea para que decida si procede la inclusión de la etiqueta “gin” acompañada de “sin alcohol” en bebidas que no alcanzan el contenido mínimo de alcohol requerido por volumen para ser clasificadas como ginebra contraviene el Derecho de la Unión. En su exposición de motivos, el tribunal de primera instancia señala que el término “sin alcohol” ayudaría a eliminar el riesgo de engañar al consumidor. Pero también señala que la propia normativa prohíbe denominaciones como «sabor a ginebra», por lo que plantea sus dudas al respecto.
En su sentencia, el TJUE señala que la norma comunitaria prohíbe claramente el uso de la denominación “ginebra sin alcohol” en la presentación y etiquetado de una bebida sin alcohol como la que comercializa PB Vi Goods, ya que no cumple los requisitos establecidos para que pueda ser clasificada como ginebra. La norma europea sobre bebidas espirituosas especifica que esta bebida debe elaborarse aromatizando alcohol etílico de origen agrícola con bayas de enebro, y que su grado alcohólico volumétrico mínimo debe ser de 37,5%.
En este sentido, el tribunal con sede en Luxemburgo señala que es irrelevante que en la etiqueta la palabra ginebra vaya acompañada de la expresión “sin alcohol” porque de entrada no cumple con lo establecido como ginebra. Tampoco se podrían añadir definiciones como “similar a”, “del tipo”, “al estilo”, “preparado” o “saborizante”, añade.
El TJUE recuerda que las bebidas espirituosas representan un «mercado importante» para el sector agrícola de la Unión Europea y que el objetivo del reglamento es «garantizar la competencia leal y proteger la reputación de dichas bebidas». «Si bien es evidente para el consumidor que un producto denominado ‘gin sin alcohol’ no contiene alcohol, podría confundirse respecto de sus otras características, ya que los requisitos para la denominación legal de ‘gin’ incluyen elementos que van más allá de la simple presencia de alcohol», se lee en el fallo.
Sin embargo, la justicia europea precisa que la prohibición es proporcionada y que no vulnera la libertad de empresa porque cumple con el objetivo de evitar el riesgo de confusión en cuanto a la composición de los productos, así como competencia desleal respecto de los productores de ginebra que cumplen los requisitos establecidos para su producción. Aun así, el tribunal destaca que dicha restricción se refiere únicamente al uso del nombre de la bebida espirituosa para aquellas que no tengan la graduación alcohólica mínima requerida para ser considerada como tal.
Cuando Gloria Cortés comenzó a estudiar Geología no pensó en el enorme volcán que había cerca de su casa, en la ciudad colombiana de Manizales. Era principios de 1984 y el Nevado del Ruiz era un destino turístico para disfrutar de la nieve, “un león dormido” que había tenido sus últimas erupciones en los siglos XVI y XIX. Eligió su carrera porque un académico visitó su clase de Química en la escuela y habló sobre los fósiles, el mundo del petróleo y los viajes que tendrían por delante. Un año y medio después, el 13 de noviembre de 1985, Ruiz hizo erupción y provocó la mayor tragedia natural en la historia de Colombia. Mató a unas 25.000 personas, incluido el mejor amigo de Cortés, y enterró el pueblo de Armero. La estudiante y muchos de sus compañeros dejaron atrás su interés por los hidrocarburos y comenzaron a estudiar los volcanes para prevenir otras tragedias.
La primera señal de alarma de Ruiz, más de un siglo después de su última erupción, fue un terremoto en diciembre de 1984. Cortés cuenta que algunos montañeros comenzaron a advertir a sus profesores de cambios llamativos en la cima del nevado: gases amarillentos, alteraciones en el color de la nieve, ruidos fuertes. “Comenzamos a recibir visitas importantes de geólogos extranjeros, quienes decían que había que empezar a monitorear y preparar un mapa de amenazas”, dice Cortés en una videollamada desde el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales, a unos treinta kilómetros de la cumbre nevada. En julio de 1985, las autoridades instalaron cuatro sismometros en el volcán. En septiembre aumentó la preocupación tras una primera erupción que, aunque pequeña y sin expulsión de magma, cubrió de cenizas la ciudad de Manizales. Unas semanas después se publicó un mapa que identificaba las zonas de riesgo, entre las que se encontraba Armero.
Hubo grandes limitaciones. Los cuatro sensores instalados, por ejemplo, no contaban con un sistema de telemetría que enviara información en tiempo real: las ondas sísmicas quedaban registradas en papeles que luego debían ser transportados a Manizales, a unos 50 kilómetros de distancia por caminos y carreteras, para analizarlas. Estaba previsto que los equipos de transmisión llegaran apenas una semana antes de la erupción, pero la comisión encargada de la misma “fue abortada” por la toma y retoma del Palacio de Justicia, la otra tragedia que conmocionó a Colombia en noviembre de 1985. Tampoco hubo suficientes expertos. “Ni siquiera conocíamos la palabra ‘vulcanología’”, recuerda Cortés.
Sin embargo, el geólogo afirma que se hizo mucho a pesar de las limitaciones. «Había tecnología de punta y gente pionera que trabajaba durante meses, sin horas, en las madrugadas, en un país que no tenía la estructura adecuada. Fue frustrante ver que ese esfuerzo terminó en lo que terminó», evalúa. Para ella, el principal problema no era científico, sino social: “No había tiempo” para convencer a las comunidades de la zona de que la amenaza era real y que debían reubicarse. “Los mayores decían: ‘Esto nunca ha sucedido en mi vida, así que no volverá a suceder’, sin entender que 80 años no es nada en la experiencia de un volcán”, comenta.
Cuando el volcán entró en erupción a las 21:08 horas del 13 de noviembre de 1985, el único aviso vino de un periodista: a las 22:30 horas, dijo por radio que había recibido avisos de habitantes del altiplano sobre avalanchas de lodo y rocas que descendían a toda velocidad hacia Armero, en la ladera de la montaña frente a Manizales. Las lluvias dificultaron la transmisión y pocos la escucharon. Una hora después, más de 22.000 personas del total de 30.000 que vivían en la ciudad del Tolima fueron enterradas y otras 3.000 murieron en el vecino departamento de Caldas. Los armeritas nunca supieron que un cuarto de hora era suficiente para viajar hasta las colinas y salvarse.
Después de la tragedia
Los geólogos, colombianos o extranjeros, han estudiado la tragedia de Armero como una demostración del impacto que pueden tener los nevados: Ruiz está a 5.300 metros sobre el nivel del mar. “En volcanes con cumbres cubiertas de hielo y nieve, pueden ocurrir lahares [flujos de lodo volcánico] catastróficos provocados por erupciones relativamente pequeñas», concluye un trabajo publicado en 1990 en el Revista de vulcanología e investigación geotérmica. La erupción del 13 de noviembre apenas obtuvo un 3 sobre 8 en el Índice de Explosividad Volcánica, pero la interacción del material caliente con los glaciares produjo enormes cantidades de agua. Ese flujo se precipitó río abajo y arrasó con todo lo que encontró a su paso. Según el artículo, la erupción provocó “los lahares más mortíferos jamás registrados”.

Colombia empezó a tomar en serio los riesgos de los volcanes: hay 25 activos. Lina Marcela Castaño, coordinadora del Observatorio de Manizales, comenta que el Ruiz pasó de ser “un elemento de admiración por su belleza” a una formación que debía ser monitoreada. “Hoy hay 75 sensores. No sólo para medir sismos, sino también gases, señales magnéticas, acústicas, inclinaciones de pendientes”, dice desde Manizales, donde trabaja con Cortés. Tras la creación del observatorio que dirige en 1986, surgió el de Pasto en 1989, y el de Popayán en 1993. Más de un centenar de profesionales estudian la historia de las formaciones, interpretan los datos de los sensores y sensibilizan a las comunidades. Clasifican los volcanes en categorías de riesgo: verde (normal), amarillo (bajo), naranja (moderado) y rojo (alto). Actualmente hay 10 en amarillo y ninguno en los niveles más altos.
Los dos geólogos y su colega Julián Ceballos señalan que también se fortaleció la conciencia sobre la necesidad de prestar atención a las señales de alarma y evacuar. Una de las referencias positivas es el caso del volcán Pinatubo en Filipinas, que tuvo una erupción de nivel 5 en 1991. Los geólogos dicen que las autoridades convencieron a innumerables personas en riesgo de evacuar después de mostrarles vídeos sobre las 25.000 muertes en Armero. Aunque la erupción fue la segunda más potente del siglo XX, sólo murieron 847 personas, frente a unos 200.000 evacuados. Otro caso es el Nevado del Huila colombiano, que tuvo varios lahares masivos entre 2007 y 2008. “La comunidad indígena entendió el impacto y fue clave en la evacuación de unas 6.000 personas”, afirma Ceballos.

Sin embargo, también hay dificultades. Una es que las erupciones volcánicas compiten en interés de las comunidades con otros fenómenos más frecuentes, como inundaciones, terremotos y deslizamientos de tierra. Es más difícil convencer a los afectados de que evacuen y pierdan sus medios de vida cuando el fenómeno ocurre cada varias décadas o incluso siglos. Asimismo, se debe persuadir cada año al Estado de que es necesario mantener el financiamiento de los observatorios. “Afortunadamente este año se pudo, pero siempre estamos expuestos a la no renovación de contratos”, afirma el coordinador Castaño. “La última gran compra de equipos fue en 2010. Sólo ahora, 15 años después, vamos a empezar a renovarlos”, añade.
Las otras catástrofes
Aunque no son volcánicas, otras catástrofes anunciadas previamente han conmocionado a Colombia en las últimas décadas. En 2010, un deslizamiento de tierra sepultó Gramalote, en Norte de Santander. Fue lento en comparación con Armero (tardó dos días) y los 3.300 residentes fueron evacuados a tiempo. No hubo muertos, pero sí fuertes críticas porque durante años se habían ignorado las advertencias de que el pueblo estaba en una zona de riesgo y debía ser reubicado. Siete años después, una serie de lluvias provocaron una repentina avalancha de terreno en la ciudad de Mocoa, en riesgo por la inestabilidad de las montañas y la confluencia de ríos. Más de 330 personas murieron y otras 400 resultaron heridas.

El director del Servicio Geológico de Colombia, Julio Fierro, reconoce en videollamada que hay casos en los que “la historia se repite”. Comenta que la información científica “no fue utilizada” en Mocoa y señala que le preocupa la repoblación de la zona, algo que también ocurre en los alrededores del Nevado del Ruiz. Según él, hay “dinámicas muy complejas” que exceden al Estado: grupos armados que trasladan personas a lugares de riesgo, autoridades municipales que permiten asentamientos legales, empresas privadas que ofrecen servicios como energía en esas zonas. Afirma, sin embargo, que el recuerdo de la tragedia de 1985 aún tiene peso en la conciencia de los colombianos. “Es imposible siquiera imaginar 25.000 muertos, por lo que no creo que la memoria de Armero sea fácil de borrar”, subraya.
En el futuro, puede haber desafíos aún más importantes. Ceballos señala que hay volcanes “con un ritmo explosivo muy alto” que no entran en erupción desde hace más de 1.000 años. “Si en alguno de ellos se celebrara un evento, todas las capacidades locales se verían desbordadas”, advierte. En Colombia, los más preocupantes son Cerro Bravo (nivel verde) y Machín (amarillo). Por otro lado, prefiere concluir en tono optimista: hay motivos para creer que en el futuro será posible establecer modelos para predecir el día y la hora de las erupciones. “Puede parecer una utopía, pero quizás los avances en inteligencia artificial nos permitan reducir la incertidumbre”, afirma.
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